lunes, 28 de enero de 2008

Crisis financiera: crónica de una muerte anunciada


Cual Santiago Nasar en la obra del premio Nóbel García Márquez, la historia que se vivió en los mercados financieros internacionales esta semana fue, sin lugar a dudas, la crónica de una muerte anunciada.

Regularmente, lo que es evidente para la mayoría de las personas comunes, no sólo para los especialistas, suele convertirse en realidad.

En colaboraciones anteriores, me permití apuntar lo que entonces observé previsible: se avecinaba una crisis.

No se trataba de un gran hallazgo, fruto de intrincadas investigaciones, sino de algo que resaltaba como obvio para la mayoría de los españoles con los que tenía oportunidad de charlar.

Aunque no lo querían asumir, era un secreto a voces que la bonanza pronto cedería su lugar – en el mejor de los casos – a una etapa de crecimiento moderado, a una ralentización económica.

Desde el segundo semestre de 2007, el mercado inmobiliario, principal impulsor del desarrollo económico español, empezaba a mostrar signos de debilidad.

La “invasión del ladrillo” – como denominan en este país al desmesurado crecimiento de nuevos edificios de apartamentos – daba paso a la “crisis del ladrillo”.

Concluía una época de tremenda especulación, en la que una vivienda, aún sin construir, llegaba a ser vendida hasta en tres ocasiones antes de ser terminada, generando en el camino ganancias exorbitantes para quienes participaban en el proceso.

A factores internos como los ya señalados, se sumaron factores externos que poco dependen de los españoles.

La crisis de las subprime o hipotecas “basura”, que ha conmocionado a los Estados Unidos y tiene en el ojo del huracán a grandes grupos financieros como Merril Lynch o Citigroup, se acercaba, cual tsunami, a los mercados financieros de todo el mundo, sin que estos supieran con certeza la fuerza con que serían golpeados.

Tan sólo Citigroup – propietario de Banamex – ha perdido 50% de su valor y colocado como incobrables deudas a su favor por 20 mil millones de dólares.

Finalmente, el lunes 21 de enero de 2008 el Tsunami tocó tierra – al menos la primera sus olas– en el que será recordado en España como el día en el que más ha caído el principal índice de referencia de la bolsa española, que agrupa a las treinta y cinco empresas más importantes del país.

Ese día el IBEX 35 caía 7.54%, a la par de prácticamente todas las bolsas de valores del mundo.
Luego de meses de lucha, la incertidumbre y la volatilidad tomaban finalmente el control de los mercados.

De no haber sido por la decisión tomada al día siguiente – el martes 22 de enero– por la Reserva Federal de los Estados Unidos (FED) de bajar los tipos de interés en tres cuartos de punto, para colocarlos en 3.5%, lo más seguro hubiera sido que los mercados continuaran su caída.

Para entender el tamaño del problema, puede ser útil comprender la magnitud de la decisión tomada por la FED: bajar de esa manera los tipos es una medida extraordinaria.

Se trata, por ubicarlo en un contexto farmacéutico, de un medicamento que sólo se utiliza en casos en los que el paciente prácticamente está a punto de morir.

La última vez que la FED bajó los tipos de interés de esa manera, en septiembre de 2001, lo hacía intentando detener la caída que provocaba en los mercados otra caída: la de las torres gemelas de Nueva York.

Siguiendo la analogía farmacéutica, nos encontramos frente a un paciente que, aunque resucitado, aun se encuentra en cuidados intensivos ante un doctor que, a pesar del respiro, sabe que el botiquín está casi vacío y ruega a Dios que la última medicina prescrita surta el efecto deseado.

No todos los tratamientos han funcionado: justo el viernes anterior a la caída de las bolsas, el presidente norteamericano había anunciado con bombo y platillo un paquete de medidas por 145 mil millones de dólares tendientes a evitar la recesión de la economía estadounidense.

Como lo esperaba Bush, la respuesta del mercado fue contundente.

El problema fue que la contundencia fue exactamente en sentido contrario al deseado: los inversionistas confirmaron que se avecinaba una crisis y observaron como insuficientes las medidas que se anunciaban para frenarla, por lo que decidieron vender sus acciones y salir en lo posible de los mercados financieros, lo que provocó la caída de las bolsas de todo el mundo.

A final de la semana, gracias a la maniobra de la Reserva Federal, los indicadores parecían mostrar una cierta estabilidad en los mercados, aunque la volatilidad continuaba.

El jueves 24, siguiendo una tendencia mundial, el IBEX 35 español se recuperaba al lograr el mayor incremento de su historia, un 6.95%.

El margen de maniobra es cada vez más estrecho: los tipos de las tasas de interés no se pueden disminuir infinitamente.

Lo más deseable es que las medidas tomadas por la FED surtan un efecto, además de positivo, duradero. De poco servirá una acción cuyo efecto favorable sea de sólo unos cuantos días.

Desafortunadamente aun es muy temprano para cantar victoria. Más aún con las últimas noticias que se han dado a conocer, dos de las cuales tendrán consecuencias todavía más negativas en la confianza de los inversionistas y de la ciudadanía en general.

La primera nueva mala noticia es la referente al fraude de 4,900 millones de euros cometido en contra del segundo banco más grande de Francia, Societe Generale.

Lo impactante del caso, además del monto, es que el fraude en cuestión fue cometido por un funcionario del banco de treinta y un años de edad, que fue capaz de violar prácticamente todas las medidas de control interno y ocasionar un hoyo de casi 5 mil millones de euros – unos 7,500 millones de dólares – a una institución de gran prestigio.

La segunda nueva mala noticia incumbe a España. Se ha dado a conocer que la tasa de desempleo ha crecido más de lo esperado, colocándose en un 8.6%. Casi 2 millones de españoles se encuentran en paro.

Independientemente de las repercusiones de esta noticia en España, preocupa que la tendencia se repita en toda Europa, lo que implicaría un nuevo riesgo para la estabilidad económica.

Una recesión en la economía estadounidense es una pésima noticia, como también lo sería una recesión en la economía europea.

Ambas economías en recesión son, quizá, una de las peores noticias que la economía internacional podría recibir, dado que entre las dos concentran prácticamente la mitad de la economía mundial.

Con base en lo anterior, surge la pregunta: ¿afectará esta crisis a México? O más bien: ¿cómo afectará esta crisis a México?

Dándole crédito a la frase de “si a Estados Unidos le da gripa, a México le da pulmonía”, probablemente no estemos ante el mejor de los escenarios.

No sólo la mayoría de nuestras exportaciones se dirigen hacia el vecino del norte. Nuestros connacionales en Estados Unidos envían cada año cerca de 25 mil millones de dólares a México.

La dependencia casi total de estas remesas en muchos municipios del país – en Hidalgo hay varios – tiene como consecuencia que en caso de verse reducidas su impacto no se diluya y concentre sus efectos en zonas regularmente marginadas.


Es cierto que México cuenta con mecanismos de defensa con los que no contaba hace años.

Nuestra economía es más sólida y existe un mayor control de las variables macroeconómicas.

El hecho es que si, como todo parece indicar, en los siguientes días surgen más datos que confirmen que la economía estadounidense ha entrado en recesión, sería simplemente irresponsable no tomar todas las precauciones necesarias para reducir su impacto en la economía nacional.

El gobierno federal y el Banco de México no pueden ser meros espectadores ante un fenómeno mundial que, aunque ciertamente no fue ocasionado por ellos, puede tener efectos en los ya de por sí lastimados bolsillos de los mexicanos.

Es mejor prevenir que lamentar.

Rubén Moedano, pachuqueño, amigo de la infancia, estudiante recordado del Instituto Hidalguense, tuzo de corazón; es parte del cada vez mayor grupo de mexicanos que viven en España.

Rubén – quien por cierto casó con española, con quien tiene una hermosa bebé –, dirige una empresa inmobiliaria con presencia internacional, lo que no ha sido obstáculo para darse el tiempo necesario para compartir con quien escribe estas líneas diversos consejos y palabras de aliento que han sido de gran valor en el proceso de adaptación familiar a la vida madrileña.

He decidido seguir la más reciente de sus sugerencias: crear un pequeño y muy sencillo blog personal en internet en el que los distinguidos lectores puedan consultar, opinar y enriquecer las colaboraciones que El Sol de Hidalgo me permite publicar en sus páginas.

Espero resulte de su interés, apreciable lector.

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domingo, 20 de enero de 2008

El origen de Mouriño


Como era de esperarse, por diferentes motivos el reciente nombramiento de Juan Camilo Mouriño como Secretario de Gobernación ha desatado un álgido debate en los medios de comunicación.

El principal de ellos es evidente y obvia razón de los demás: después de la del Presidente de la República, la oficina que hoy ocupa Mouriño es la más importante, deseada y a la vez polémica de todas las que existen en el gobierno federal.


Con cierta ligereza –desde mi particular óptica –, los ataques hacia el hombre fuerte del presidente Felipe Calderón se han centrado en un hecho que a todas luces no depende en lo absoluto de él: nació en la ciudad de Madrid, España, el primero de agosto de 1971.

Precisamente de este fortuito antecedente derivan las dos más fuertes críticas que en su contra se han esgrimido: por un lado, una juventud que genera temores de falta de capacidad; por el otro, un lugar de nacimiento, que da pie a la existencia de “dudas” sobre su nacionalidad.

En lo que se refiere a su juventud, es un hecho que el nuevo Secretario de Gobernación deberá demostrarnos a los mexicanos –y a su jefe y amigo en Los Pinos, que tiene las facultades para nombrarlo y removerlo – que a pesar de sus 36 años cuenta con las aptitudes y las actitudes necesarias para llevar a buen puerto la política interna de nuestro país, cosa que sí depende enteramente de él mismo y de los resultados que entregue.

Por lo que hace a su lugar de nacimiento y por ende a su nacionalidad, todo indica que Juan Camilo Mouriño es elegible para el cargo de Secretario de Gobernación.


En el supuesto de que la información disponible sea cierta – lo contrario probablemente implicaría su “debut y despedida” de la política –, quien hoy despacha en el Palacio de Covián cuenta con los requisitos que establece la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos para ser considerado mexicano por nacimiento y por ende para ocupar una secretaría de despacho.

El Artículo 91 de la Constitución indica que para ser Secretario de Despacho se requiere ser ciudadano mexicano por nacimiento, es decir, no se es elegible para el cargo si se es mexicano por naturalización.


Es el Artículo 30 constitucional el que distingue entre la nacionalidad mexicana por nacimiento y la que se obtiene por naturalización. Entre otros supuestos, esta disposición determina que se es mexicano por nacimiento, en el caso de haber nacido en el extranjero, si se es hijo de padre o madre mexicanos; incluso si estos la obtuvieron por naturalización.

Según ha trascendido en diversos medios y él mismo a afirmado, Mouriño es mexicano por nacimiento dado que en algún momento su señora madre obtuvo la nacionalidad mexicana por naturalización.


En este punto se encuentra la clave de la calidad de la nacionalidad del titular de gobernación y corresponderá a las autoridades competentes, a los partidos de oposición y a quienes ejercen el periodismo de investigación –todos ellos legitimados plenamente para hacerlo – intentar corroborarlo o, en su caso, descalificarlo.

Ahora bien, en el supuesto de que la información oficial sea cierta, ¿tiene algo de extraño o de maligno que el hijo de un inmigrante español debidamente nacionalizado ocupe la Secretaría de Gobernación o cualquier otra? Desde mi punto de vista, en lo absoluto.


Defender lo contrario sería simplemente xenófobo. En una Estado democrático y de derecho, no existe posibilidad alguna de validar expresiones que intenten marginar a alguien por su origen o el de sus padres.

Este tipo de manifestaciones llevan a abusos, tanto verbales como de hecho, que a todas luces se observan arcaicos y retrogradas. Nadie que respete los derechos humanos y se considere minimamente tolerante puede justificar expresiones que busquen ubicar a un grupo de mexicanos como “ellos” en contra de un “nosotros” siempre incierto.


El nuestro se ha caracterizado por ser un país abierto a la inmigración. Muchos mexicanos podemos enorgullecernos de ser parte de una nación que recibió con los brazos abiertos a algún antepasado que tuvo el valor de emigrar a México para buscar una mejor opción de vida.

Inmigrantes españoles, libaneses, argentinos, italianos, franceses, chinos y muchos más, han contribuido y lo seguirán haciendo a configurar el rostro del México actual. Los padres de Angelina Dagda Yitani, mi querida abuela materna, fueron parte de ese gran movimiento migratorio que ha tenido a nuestro país y a nuestro estado como destino.

En el caso particular de quienes provienen de España, se trata del grupo más numeroso de inmigrantes que ha arribado a nuestro país. No ha habido una sino muchas oleadas de inmigración de españoles hacia México. Prácticamente desde el siglo XVI, estos movimientos migratorios han sido constantes, con periodos de mayor auge.

A finales de los años treinta, el General Lázaro Cárdenas abrió las puertas de nuestro país a miles de inmigrantes españoles que huían de la dictadura de Franco. Recientemente, en un homenaje que se le rindió en Madrid, la Ministra española de cultura, Carmen Calvo, dijo que la actuación del ex presidente durante los años de la Guerra Civil española y la expansión del fascismo en Europa, representa el "único ejemplo de dignidad" del "mundo occidental", que hasta la fecha "no ha reconocido la deuda moral" que tiene con México.

En Hidalgo la inmigración española también ha dejado una huella permanente. Sin instituciones como la Beneficencia Española o el exitoso legado de trabajo y esfuerzo sería difícil comprender a nuestro estado. Empresarios como Ángel Lozada de Grupo Gigante, quien llegó a Hidalgo a la edad de tres años, son ejemplo de éxito y tesón.

Seamos claros en los mensajes. La discriminación verbal corre el riesgo de ser seguida por la discriminación “real”, que se presenta en la cotidianeidad y es semilla de conflictos sociales. No dirijamos el debate hacia la exclusión y la intolerancia.

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martes, 15 de enero de 2008

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domingo, 13 de enero de 2008

Aristegui y los medios españoles


El 5 de enero de 2008 la periodista Carmen Aristegui anunció que debido a “una incompatibilidad de modelos en términos de dirección editorial” concluía su participación en el noticiero matutino “Hoy por Hoy” que se transmite en W Radio.

Por su parte, el consorcio radiofónico – integrado por Televisa y el español Grupo Prisa – daba a conocer su versión a través de un comunicado oficial. El argumento: un “proceso de renovación, actualización y expansión” y “un nuevo modelo de organización y trabajo”.

A partir de ese momento – en un hecho con pocos precedentes en México – diferentes sectores del mundo periodístico, político, empresarial y de la sociedad civil organizada y no organizada se volcaron en expresiones mayoritariamente desaprobatorias de la salida del aire de un espacio noticioso ampliamente apreciado, percibido por el público como plural y objetivo.

Vale la pena destacar el alto impacto que la controversia ha generado en el internet, medio a través del cual tengo la fortuna de enterarme cotidianamente del acontecer de Hidalgo y del país.
La “no renovación” del contrato de Aristegui puso sobre la mesa de debates diversas cuestiones, todas ellas de innegable relevancia. Los puntos controvertidos van desde situaciones muy específicas del caso, tales como el entendimiento de las razones precisas por las cuales la empresa decidió no proseguir la relación con la periodista; hasta cuestiones mucho más amplias y complejas, que tienen que ver, por ejemplo, con la globalización de los medios de comunicación o con la relación entre éstos y la sociedad a la que sirven e informan.

Sin embargo, dada la amplitud del debate, existe una pieza que considero fundamental para poder entender el rompecabezas: el papel en este polémico asunto de la empresa de medios española Grupo Prisa, copropietaria desde 2001 de las estaciones radiofónicas de Televisa en las cuales se transmitió durante cinco años el espacio informativo de Carmen Aristegui. Sobre este aspecto quiero centrarme, dada su estrecha relación con el país en el que actualmente vivo junto con mi esposa e hijas.

Independientemente de que estén o no de acuerdo con su línea editorial, existe un consenso entre los españoles en ubicar a Grupo Prisa como el consorcio de medios más influyente de España. Este tema está dentro de los que prefieren los españoles si desean polemizar o discutir hasta el hartazgo en una charla de café.

El grupo formado por el recientemente fallecido Jesús Polanco a partir del éxito de su punta de lanza el diario “El País”; además periódicos y revistas, cuenta con estaciones de radio – entre las que se encuentra la influyente cadena “Ser”, cadenas de televisión abierta y por cable, portales de internet; agencias de noticias y publicidad, así como de impresión.

El consorcio cotiza en las 4 bolsas españolas, emplea a alrededor de 10 mil personas y en 2005 facturó casi 1,500 millones de euros – de esos que valen ¡más de 16 pesos!

Grupo Prisa no ha quedado fuera de la dinámica de internacionalización de las empresas españolas. Además de una importante presencia en diversos países de la Unión Europea – cuenta con el 15% del capital del conocido diario “Le Monde” francés –, es propietaria o copropietaria de medios electrónicos e impresos en México, Colombia, Chile y Bolivia.

En un país en el que a todo y a todos se les intenta ubicar en un espectro de izquierdas y derechas políticas – cosa que afortunadamente aun no sucede en México y espero no suceda pronto –, a Grupo Prisa tradicionalmente se le ha relacionado con la izquierda proclive al Partido Socialista Obrero Español (PSOE), actualmente en el poder.

En España son ampliamente conocidas las acaloradas disputas casi permanentes que mantiene con el Partido Popular (PP) y con los medios ligados a la derecha política: la también influyente COPE – grupo de medios televisivos y radiofónicos perteneciente a la Iglesia Católica española – así como los diarios “El Mundo” y “ABC”, que le siguen de cerca en cantidad de lectores.

En los últimos años las críticas a Grupo Prisa no sólo han provenido del espectro de la derecha política. También la izquierda ha atacado fuertemente al grupo, acusándola de mantener una posición incongruente, más centrada en sus intereses económicos y de poder que en su tradicional acercamiento con la ideología de corte izquierdista.

Lo anterior quedó de manifiesto con la dura reacción que el grupo tuvo contra el actual gobierno cuando éste mostró reticencias a su expansión en ciertos ámbitos de los medios de comunicación electrónicos.

Este último punto es, desde mi punto de vista, el más importante referente para intentar entender por qué no son infundadas las hipótesis que sostienen que Grupo Prisa pudo haber puesto por delante sus intereses empresariales, incluso en contra de la línea editorial plural que utiliza como principal carta de presentación para abrirse paso por el mundo e incursionar en nuevos países y mercados.

En este caso ni siquiera el famoso y todopoderoso “rating” pudo ser utilizado como argumento de descargo: la aceptación del noticiero que producían Carmen Aristegui y su equipo de colaboradores era la mayor en la zona metropolitana de la Ciudad de México, lo que hacía al proyecto viable en términos comerciales.

La moneda está en el aire. Pronto los efectos del acalorado debate que el caso Aristegui ha generado en México llegarán a este lado del mundo. Seguramente lo harán: en Marzo habrá elecciones generales en España y prácticamente existe un empate técnico entre el PP y el PSOE.

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domingo, 6 de enero de 2008

La Monarquía española


El 10 de noviembre de 2007, durante la Cumbre Iberoamericana que se realizaba en Santiago de Chile, Juan Carlos I, Rey de España; espetó al Presidente de Venezuela, Hugo Chávez, la famosa frase “¿Por qué no te callas?”.

Sólo cinco palabras fueron suficientes para generar una polémica internacional aun sin resolver y para reavivar el aquelarre interno sobre la conveniencia de la Monarquía española.

Independientemente de que como mexicano y republicano me sea imposible pensar siquiera en la Monarquía como un sistema valido para nuestro país y que afortunadamente la construcción de nuestras instituciones democráticas camina por distinto sendero, considero que no es posible aproximarse al entendimiento de la España de actualidad sin conocer a una de sus instituciones fundamentales.

Lo que es un hecho es que Juan Carlos I, quien ayer 5 de enero celebró su cumpleaños número 70, ha estado en el centro de la discusión desde mucho antes de ser proclamado como Rey hace 32 años.

La cuestión clave del debate es: ¿Cómo es posible que en pleno siglo XXI pueda existir en un país democrático una Monarquía hereditaria?

La realidad es que según diversos estudios de opinión la mayoría de los españoles son más “juancarlistas” que “monárquicos”.

Independientemente de que poco a poco crece el número de ciudadanos que simpatizan con el sistema republicano que eliminaría la Monarquía, la gran mayoría considera que la aportación de Juan Carlos I ha sido fundamental para construir la democracia en la que actualmente viven.

El estudio de octubre de 2006 elaborado por el CIS (Centro de Investigaciones Sociológicas) –institución del Estado español encargada de elaborar encuestas y otros estudios de opinión –, en el que se preguntó a los españoles acerca de doce instituciones, situó a la Monarquía en el tercer lugar de aprobación, sólo rebasada por la Policía y el Ejercito.

El 87% de los encuestados estuvieron de acuerdo con la afirmación de que "el Rey ha sabido ganarse la simpatía y el afecto de los españoles, incluso de aquellos que no veían la Monarquía con buenos ojos".

Asimismo la aceptación a la frase "el Rey ha probado que la Monarquía podría cambiar y adaptarse a las exigencias actuales de la sociedad española" fue del 79%; y el 75% de los encuestados estuvieron de acuerdo con la afirmación de que "la figura del Rey es para los españoles una garantía de orden y estabilidad".

Después de estos resultados, se esté o no de acuerdo con la corona, debe aceptarse que 32 años después de haber sido restaurada su salud es buena o al menos es mejor que la de la mayoría de las instituciones del Estado español.

Es un hecho que la Monarquía ha sido capaz, no sólo de adaptarse al juego democrático, sino de hacerlo de tal manera que la gran mayoría de los españoles la consideren una pieza clave del mismo. Históricamente no siempre ha sido así.

El 14 de abril de 1931, el abuelo del actual Rey, Alfonso XIII abandonaba España como consecuencia del rotundo triunfo de las fuerzas políticas republicanas en las elecciones municipales. Ese mismo año se proclama la República española.

Pocos años después, España entraba en una guerra civil, obteniendo en 1939 la victoria militar definitiva – pues en las guerras civiles nadie obtiene la “victoria” en amplio sentido – el bando más cercano a la corona que, aunque no la restauró, sí instauró la dictadura que concluyó hasta la muerte del General Francisco Franco el 20 de noviembre de 1975. Por cierto, como consecuencia de esta conflagración, muchos españoles, entre ellos parte de la “élite intelectual” republicana, se refugian en México bajo la protección y auspicio del General Lázaro Cárdenas. Este episodio es recordado con profundo agradecimiento hacia nuestro país por el pueblo español.

Dos días después de la muerte del General Franco, el hijo de Juan de Borbón y María de las Mercedes de Borbón y Orleáns, Juan Carlos Alfonso Víctor María de Borbón y Borbón-Dos Sicilias, es proclamado Rey de España el 22 de noviembre de 1975, bajo el nombre de Juan Carlos I.

Lo hizo gracias al apoyo de Francisco Franco, quien se dice no simpatizaba con su padre por lo que accedió a restaurar la monarquía siempre y cuando éste permitiera que fuese su hijo Juan Carlos y no él mismo quien lo sucediera a su muerte.

Esta situación provocó que inicialmente, los españoles consideraran que Juan Carlos I era un instrumento de la dictadura para perpetuarse en el poder. No hay que olvidar que juró acatar los principios del Movimiento Nacional que buscaba la continuación del franquismo.

El verdadero golpe de timón lo da cuando impulsa el Referéndum para la Reforma Política que da inició a la transición democrática española.

Así las cosas, la Constitución de 1978 define a España como una Monarquía Parlamentaria. Se acotan de tal manera los poderes del Rey, que se dice “el Rey reina pero no gobierna”. Ejemplo de lo anterior es el relativo a la sanción de las leyes. El Rey simplemente no puede negarse a sancionar una Ley debidamente aprobada por el Parlamento. De hacerlo, primero deberá abdicar, por lo que dejaría de ser Rey.

Existe un momento clave en la consolidación de la actual Monarquía Española. El 23 de Febrero de 1981 Juan Carlos I, da un mensaje en la televisión, desaprobando el golpe de Estado que intentaban dar en ese momento diversas fuerzas de la Guardia Civil que prácticamente tenían secuestrado el Congreso de los Diputados. Este hecho lo afianzó como una figura garante del proceso democrático español.

Los retos actuales son muchos. Este mismo año, además del “¿Por qué no te callas?”, hubo diversos asuntos relacionados con la Monarquía española. Dos meses antes de la polémica visita de Juan Carlos I a las ciudades españolas en Arica de Ceuta y Melilla, grupos de jóvenes en distintos puntos del país incendiaban fotografías de los reyes, dando pie a que Partidos como Izquierda Unida pusieran sobre la mesa de debates el asunto de la Monarquía y de los costos que ésta conlleva.

La controversia está vigente y seguramente lo seguirá estando en los próximos años. Sin embargo, se aprecia sumamente difícil que al menos en el mediano plazo los españoles decidan cambiar su postura frente a una institución que a pesar de ser tan poco democrática en sí misma, tanto ha aportado a la consolidación democrática de España.

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