domingo, 25 de mayo de 2008

Mojada tarde de toros en Las Ventas




¿En verdad vas a ir? ¿No crees que se suspenda? Preguntó mi esposa Ana Lilia cuando me despedía de ella para trasladarme al barrio de las Ventas, en donde se encuentra la Monumental Plaza de Toros de Madrid del mismo nombre.

La copiosa lluvia hacía suponer que las autoridades de la plaza suspenderían la decimosexta corrida de la tradicional Feria de San Isidro.

El cartel del viernes veintitrés de mayo era uno de los que más expectación había generado, desde que comenzó la feria el pasado día ocho.

Y no era para menos, se presentaban seis toros de Victoriano del Río para José Antonio “Morante de la Puebla”, Julián López “El Juli” y José María Manzanares.

Convencido de que no pararía de llover, asumí con resignación la segura empapada y decidí acudir a disfrutar de los lugares que en la lejana fila veintisiete del cuarto tendido alto habían conseguido mis compañeros de la maestría.

El traslado al coso taurino no fue nada fácil. Contra todos mis pronósticos, varias cuadras antes de llegar pude concluir que difícilmente habría un solo lugar vacío en la plaza, pese a que el aguacero minuto a minuto subía de intensidad.

Y es que, según dicen los que saben de toros – entre los que definitivamente yo no me encuentro, ni por asomo –, la Feria de San Isidro es junto con la de abril de Sevilla la más importante celebración taurina del mundo.

Su historia se remonta al año de 1947 cuando, en el marco de las fiestas de San Isidro patrono de Madrid, el empresario Livino Stuyck reunió en un solo “abono” las corridas que se celebraban durante el mes de mayo en Las Ventas.

Desde su beatificación y canonización en el siglo XVII los madrileños han festejado a su santo patrono. Hoy en día, a las celebraciones religiosas se suman intensas actividades culturales, musicales y populares.

Sin embargo, antes de la iniciativa de Stuyck los capitalinos no contaban con una fiesta taurina específica.

Durante su primer año la feria sumó escasas cinco corridas. En su edición de 2008 lo hará con veinticinco en total.

Muchos son los matadores que han tenido grandes tardes en el marco de la Feria de San Isidro. Antonio Bienvenida, Antoñete, Belmonte, César Rincón, Curro Romero, Diego Puerta; El Cordobés, El Litri, El Viti, Gregorio Sánchez, Joselito, José María Manzanares; Julio Aparicio, Manolete, Niño de la Capea, Ortega Cano, Paco Camino, Pepe Luis Vázquez; entre otros.

Del 8 de mayo al 1 de junio habrá diecinueve corridas de toros, tres corridas de rejones y tres novilladas con picadores. A éstas se sumarán otra de rejones y cinco más de toros dentro de la famosa Feria de Aniversario que inicia inmediatamente después.

Este año, la feria cuenta con la presencia de figuras como Enrique Ponce, El Juli, El Cid, Morante de la Puebla, Miguel Ángel Perera, Manzanares, Sebastián Castella, Alejandro Talavante, Pablo Hermoso de Mendoza o Andy Cartagena.

Quizá ese fue el motivo por el que los aficionados a la fiesta brava no permitieron que la lluvia les quitara el gusto de asistir a la cita del pasado viernes 23 de mayo.

El resumen: Morante cortó una oreja al cuarto de la tarde, en una faena en la que recibió dos avisos; “El Juli” logró las palmas con “Vampirito” de 524 kilos; Manzanares, por su parte, sólo cosechó un saludo lidiando el sexto de Victoriano del Río. Lo demás fueron silencios.

Aun así, los asistentes – la gran mayoría con paraguas en mano y algunos, precavidos, con impermeables – tuvimos el gusto de ver, si no una corrida histórica, sí la mejor de las dieciséis que hasta ese día se habían celebrado por San Isidro.

Al menos eso opinó mi vecino del asiento cincuenta y dos, el señor José Refugio, madrileño de 82 años de edad, quien me brindó la oportunidad de escuchar infinidad de relatos taurinos bajo una lluvia pertinaz que, como cualquiera de los valientes matadores, nunca cedió ante los 25 mil espectadores que disfrutamos de una tarde que pudo ser y no fue.

En mi anterior colaboración abordé el tema de la banda terrorista ETA, con motivo del cobarde asesinato del guardia civil Juan Manuel Piñuel Villalón.

Es por ello que no puedo dejar pasar la ocasión para sumarme a la alegría de muchos españoles por la detención el pasado 20 de mayo de Francisco Javier López Peña, alias “Thierry”, número uno de la organización terrorista.

La detención de López Peña – responsable de la ruptura de la tregua en el año 2006 – y de otros miembros de la cúpula de ETA no significa el final de la banda, pero sí un durísimo golpe y un paso más hacia dicho objetivo.

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lunes, 19 de mayo de 2008

ETA mata de nuevo y los españoles no callan


A las 2:57 de la madrugada del pasado miércoles catorce de mayo 100 kilogramos de explosivos estallaban a las afueras de la casa cuartel de la guardia civil – denominación de la policía nacional española – en la localidad de Legutiano, Álava, al norte de España.

El agente Juan Manuel Piñuel Villalón, que se encontraba en una caseta de vigilancia, perdió la vida en el momento en el que informaba de la presencia de un vehículo sospechoso en la carretera colindante con el edificio en el que dormían una treintena de personas, incluidos cinco niños.

La familia de Juan Manuel – su esposa María Victoria Campos y su pequeño hijo de cinco años – vivían en la sureña ciudad de Málaga, a donde el agente esperaba ser destacado gracias al hecho de haberse ofrecido voluntariamente para ser trasladado al noreste del país, zona de influencia de la banda terrorista de ideología marxista-leninista ETA.

Teniendo como bandera política la independencia de Euskal Herria – territorio que según los nacionalistas abarca una pequeña porción de España y del sudoeste de Francia –, desde 1968 Euskadi Ta Askatasuna, que en castellano significa País Vasco y Libertad, ha asesinado a 834 personas, de las cuales 204 eran guardias civiles. Un promedio de más de 20 personas anuales.

De hecho el próximo siete de junio se cumplen cuarenta años del atentado que costó la vida al también guardia civil José Jardines Arcay, que fue el primero cuya autoría fue reivindicada por los etakideak.

En 1968, durante la dictadura franquista, el apoyo social a ETA era una realidad. Cuatro décadas después, según lo constata el Euskabarómetro – estudio de opinión que realiza la Universidad del País Vasco – el respaldo a los terroristas no llega al 1% de la población vasca.

Desde la llegada de José Luis Rodríguez Zapatero a la presidencia en 2004, han sido seis las víctimas mortales de los etarras.

A pesar de que el sentimiento nacionalista en el País Vasco aún está latente, en los últimos años los terroristas han perdido estructura, capacidad de maniobra y apoyo social y financiero.

Han dejado de ser una opción viable para canalizar el sentir del pueblo vasco, que condenó mayoritariamente el atentado y ha optado por los canales institucionales y democráticos para alcanzar sus anhelos políticos.

Existen muchas razones para explicar el debilitamiento – que no aniquilamiento – de ETA. La principal de ellas es la movilización social en su contra.

He tenido la oportunidad de constatarlo en las cuatro ocasiones en las que la organización ha matado desde que vivo en España.

Cada asesinato es seguido de múltiples actos de repudio en la mayoría de los rincones del país.

Los españoles no dudan en salir a la calle para demostrar a los delincuentes su rechazo a este tipo de acciones.

La apatía es el mejor aliado de aquellos que desean sembrar el terror y los ciudadanos de a pie lo saben perfectamente.

Es por ello que al siguiente día del asesinato del guardia civil Juan Manuel Piñuel en la mayoría de los ayuntamientos españoles hubo actos oficiales de condena en los que la población se sumó a las autoridades.

A nivel nacional, los adversarios políticos hicieron un solo bloque para decirle a ETA que en lo referente a su destrucción trabajarán en un solo sentido.

No tiene la menor importancia si la víctima en turno es el más sencillo de los servidores públicos – como lo era Piñuel – o un alto funcionario del Estado español.
Lo fundamental es evitar a cualquier costo que lo anormal se convierta en normal; que lo que hoy ocupa las primeras planas, mañana deje de ser noticia.

El asunto es que un guardia civil murió en cumplimiento de su deber y ello lo hace merecedor de los máximos honores, pues atentar en contra de aquellos que defienden a la nación es hacerlo en contra del pueblo que forma parte esencial de la misma.

Según el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, el terrorismo es la dominación por el terror o la sucesión de actos de violencia ejecutados para infundirlo.

En su propia definición está la única forma de derrotar a los terroristas y es demostrarles que cada vida que cieguen vale la movilización de todo un país y que sus habitantes no les temen, menos aún viven aterrorizados por ellos.

Ese es el motivo por el cual los parlamentarios, los miembros del gobierno, los sindicatos, la monarquía, los empresarios y la sociedad civil; se convirtieron todos en la expresión de la nación española.

Los representantes de los partidos políticos dejaron de ser populares o socialistas para pasar a ser simples demócratas.

Acompañaron a su familia y le dieron al guardia muerto los honores que merece aquel que pierde la vida defendiéndolos a todos.

Pero el mejor homenaje, fuera de los reflectores de la política, se lo dieron las decenas de miles de españoles que en pueblos y ciudades le recordaron con minutos de silencio.

El terror que busca infundir ETA se revierte en su contra y hace cada vez más pesada la losa que carga la organización criminal que queriendo dominar a una nación a través del miedo, ha acabado convirtiéndose en el principal factor de unidad de un pueblo que entiende – al menos en este tema – el significado del “pecado de omisión”.

María, esposa de Juan Manuel, poco después de despedirse de su “Manolo” en un cementerio malagueño, definió con claridad a quienes acabaron con su vida: “No sois nadie, sólo basura, un punto negro en la limpieza de un gran país”.

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domingo, 11 de mayo de 2008

El Real, otra vez campeón español


Probablemente una de las cosas que más echo de menos de México sea acudir al estadio Hidalgo para disfrutar de un partido de los Tuzos del Pachuca, acompañado de un nutrido grupo de amigos y familia; convertidos todos, aunque sea por noventa minutos, en seudo expertos del deporte que más disfrutamos los mexicanos.

Quizá por eso, buscando el ambiente que mucho extraño y empujado por la gran expectación que a su alrededor se había generado, decidí buscar entradas para el partido de fútbol que se celebraría el pasado miércoles 7 de mayo entre el Real Madrid y su eterno rival, el F.C. Barcelona.

Tarea que poco después comprobé no era nada fácil, a menos que hubiese adquirido los boletos con varias semanas de anticipación o dispusiera de los mil euros – casi 17 mil pesos – que solicitaban por tener la gentileza de “vender” un encendedor y “ceder” dos entradas los revendedores, cuya indeseable presencia, según pude corroborar, parece ser de carácter global.

Una vez tomé conciencia de la cruda realidad y ante la imposibilidad de disponer del dinero reservado para cubrir la colegiatura de mi master, decidí abortar la tarea y montar un operativo de “emergencia” para poder disfrutar del partido.

Gracias a los buenos oficios de mi esposa Ana Lilia, quien acondicionó el hogar para tal efecto, me dispuse a observar el encuentro en el televisor familiar, mismo que sostengo bien podría competir por el record guinness al más pequeño del mundo.

Afortunadamente el tan promocionado partido cumplió ampliamente las expectativas planteadas – aunque nunca será comparable con la emoción de ver campeón al Pachuca.

En efecto, el 7 de mayo de 2008 pasará a los anales de la historia del Real Madrid, como aquel en el que el equipo capitalino complació a su afición con prácticamente todo a lo que en dicha condición puede aspirar.

Ese día, jugando en casa, los merengues convirtieron la noche en una feria de goles, al anotar cuatro tantos a su histórico adversario, que de milagro alcanzó a marcar el de la honra en el minuto 86.

También festejaron el título de la liga española de fútbol, al que habían accedido matemáticamente desde su anterior partido el pasado domingo, al derrotar a domicilio al Osasuna de Pamplona.

Cabe recordar que a diferencia de nuestro país, en el campeonato español no hay dos torneos cortos, sino uno solo, y tampoco existe lo que conocemos como liguilla, en la que se impone quien resulta vencedor de un proceso de cuartos de final, semifinales y final.

En España se corona campeón de la primera división el equipo, de los veinte que la componen, que obtenga más puntos a lo largo de la temporada, que inicia a finales de agosto o principios de septiembre y concluye en los últimos días de mayo o en los primeros de junio.

Ante un Santiago Bernabéu abarrotado – su cupo oficial es de 75,000 espectadores, con un promedio de 98% de asistencia por partido – y 9.2 millones de televidentes, los pupilos de Bernd Schuster, se dieron el gusto de ver como sus contrapartes catalanes, muy a su pesar, cumplían con deportividad la regla no escrita de hacer, antes de iniciar la contienda, el “pasillo” al rival en caso de que éste cuente con los puntos necesarios para ser campeón de liga.

Al canto de “campeón, campeón” la afición madrileña disfrutó como si fuesen siglos los treinta segundos durante los cuales los azulgranas y su director técnico recibían con una valla humana y aplausos a los del Real Madrid.

El morbo llegó a tal grado que a las afueras del Santiago Bernabéu se vendían camisetas con la leyenda “Yo viví el pasillo”. Incluso una decena de actores interpretaron la escena a la salida del metro la mañana del partido.

Hace 20 años, el primero de mayo de 1988, fue la última ocasión en que los de Barcelona hacían “el pasillo” a los de Madrid.

En aquel entonces uno de los homenajeados fue Hugo Sánchez, considerado por madrileños y españoles un “jugador de leyenda” del equipo y del fútbol en este país.

Coincidentemente este resultado afecta directamente a los equipos españoles con mexicanos entre sus filas. Concretamente a cuatro de los cinco jugadores y el único entrenador de nuestro país, pues el R.C. Deportivo la Coruña de Andrés Guardado se mantuvo sin cambios a media tabla.
Así las cosas, los resultados influyeron en Rafael Márquez y Giovani Dos Santos, ambos jugadores del F.C. Barcelona, que además del mal rato en el Santiago Bernabéu pasa del segundo al tercer lugar de la liga española, por lo que pierde su pase directo a la Liga de Campeones de Europa, teniendo que jugar una especie de repechaje

De hecho, el segundo lugar ahora lo ocupará el equipo Villarreal F.C. en el que juega como delantero el “Guille” Franco.

Gracias a la victoria sobre el Recreativo, a quien el Guille anotó uno de dos goles, el equipo del mexicano obtiene una segunda posición que considera “histórica” y el boleto automático a la Liga de Campeones.

Por el contrario, el Osasuna de Pamplona, en el que alinea el quitanarroense Carlos Vela, desafortunadamente se mantiene como el tercer peor equipo de la liga, aún con posibilidades de descenso.

Los resultados de esta jornada también resultaron adversos para el Atlético de Madrid que dirige el ex entrenador tuzo Javier Aguirre.

Debido a la victoria del Sevilla frente al Racing, los andaluces empataron temporalmente en puntos en el cuarto lugar a los del estadio Vicente Calderón, que tras derrotar al Españyol se despegaron a sólo tres puntos de los sevillanos.

De no quedar entre los mejores cuatro equipos de la liga española, el equipo del “Vasco” Aguirre se quedaría sin posibilidades de jugar la famosa Champions League.

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