Probablemente uno de los trámites administrativos más temidos y a la vez más necesarios en España sea el de la obtención de la licencia de manejo, o más bien dicho, del permiso de conducir.
No se trata de un simple trámite de un día sino de una serie de complicados pasos que las autoridades españolas han ido construyendo para hacer cada vez más difícil obtener el permiso en cuestión e intentar garantizar con ello que quienes se encuentren frente a un volante lo hagan en las mejores condiciones posibles.
Sobretodo si consideramos que a partir del primero de mayo de 2008 las personas que conduzcan sin permiso de conducir cometen un delito contra la seguridad del tráfico.
Según el artículo 384 del nuevo Código Penal, manejar un vehículo sin contar con el carné – así le denominan comúnmente –, no habiéndolo obtenido nunca, se castiga con una pena de prisión de tres a seis meses o una multa de 12 a 24 meses y trabajos en beneficio de la comunidad de 31 a 90 días.
Dado que el carné de conducir español utiliza el sistema de puntos, no escapan a estas penas aquellos que los hubiesen perdido todos por sus infracciones de tráfico.
Ésta no es la única falta del tipo que puede llevar a alguien a la cárcel.
También conllevan pena de prisión exceder en sesenta kilómetros por hora el límite de velocidad permitida en zonas urbanas y en ochenta kilómetros en carretera; superar los 0,60 miligramos de alcohol por litro de aire y los 1,2 gramos por litro de sangre; y la negativa a someterse a un control de alcoholemia.
Así las cosas, enterados de las graves consecuencias que puede ocasionar no contar con uno, los españoles y todos aquellos que necesitamos conducir en España debemos cumplir una a uno los requisitos para obtener el carné en cuestión.
Lo primero es aprobar un difícil examen teórico en el que no se pueden tener más del 10% de errores.
Cerca del 30% de quienes realizan el examen teórico no lo aprueban en su primer intento.
Es tal la amplitud, complejidad y nivel de confusión de la prueba que la mayoría de los aspirantes prefieren desembolsar un promedio de 150 euros – alrededor de dos mil quinientos pesos – y matricularse en una escuela de manejo para prepararse con entre diez y treinta días de anticipación.
El manual oficial de 224 páginas consta de quince temas con un contenido sumamente diverso: documentación, seguridad vial, mandos del vehículo, usuarios de la vía; señalización, alumbrado, la vía, velocidad y distancias; maniobras, prioridad, transporte de personas y carga, conducción segura; así como mecánica, accidentes de circulación y viajes.
Una vez se considere estar preparado para presentar la prueba teórica se deberá acudir ante un perito y pagar 30 euros para que certifique el estado psicofísico del aspirante.
Posteriormente se pagan 30 euros más a la autoescuela para que alguien más realice los trámites de inscripción ante la Dirección General de Tráfico, así como otros 80 euros por concepto de derechos para el examen.
Si se tiene la buena suerte de aprobar el examen al primer intento se deberá iniciar con las clases prácticas en la autoescuela.
No se trata sólo de saber manejar un vehículo sino de identificar diversos vicios en la conducción que la mayoría de las personas no conocemos pero sí los examinadores de la Dirección General de Tráfico, que estarán prestos para reprobar a quien se atreva a cometerlos en su presencia.
Cuando el tutor de la autoescuela considere que el alumno está preparado para presentar la prueba práctica, se pagarán otros 30 euros de trámite y otros 80 euros de derechos para la realización del examen.
Son muchas las leyendas urbanas existentes en torno al examen práctico. Lo que es un hecho es que un vehículo oficial que tiene de pasajeros a un rígido examinador, a un tutor de la autoescuela y a tres ciudadanos deseosos de obtener su permiso da para muchas historias.
En caso de aprobar este examen el aspirante tendrá derecho a que se le expida el carné de conducir, aunque no en las mismas condiciones que los conductores con mayor experiencia.
En vez de doce puntos, a los conductores noveles se le otorgarán sólo ocho. También deberán llevar un horrible letrero con una “L” en su vehículo y no podrán exceder los ochenta kilómetros por hora. La tasa permitida de alcohol será de 3/5 partes de la permitida para conductores con más años de experiencia.
Así las cosas, en el mejor de los casos, la obtención del permiso de conducir habrá costado la nada despreciable cantidad de 400 euros – casi 7 mil pesos – y por lo menos un mes de preparación.
Por cierto, a diferencia de los ciudadanos de países como Argentina, Perú o la República Dominicana; en España los mexicanos no tenemos derecho a convalidar nuestras licencias de conducir expedidas en México.
Este tema ha resultado muy polémico, pues los mexicanos residentes en España lo han solicitado, por decir lo menos, con insistencia.
El anterior Embajador de España en México, después de analizar la situación, informó que dicha convalidación era prácticamente imposible de realizar por la dificultad que implicaba que cada entidad federativa mexicana contara con la atribución de expedir licencias de manejo, lo que en la práctica se traducía en que el gobierno español tuviera que negociar con cada uno de los 31 estados y el Distrito Federal.
Es cierto, sería un trámite largo, pero plenamente justificado si se considera que España es el mayor socio comercial de nuestro país después de los Estados Unidos de América y que son muchos los mexicanos que requieren conducir en la península ibérica y en el resto de Europa.