lunes, 3 de marzo de 2008

El sistema de salud en España


Pocas veces pensamos en la posibilidad de enfermar. Generalmente planeamos nuestras vidas sin considerar que esto pueda suceder.

Quizá sea porque nos resulte más reconfortante pensar en un futuro sin este tipo de incidentes que en uno – evidentemente más realista – en el que se presente un malestar al menos una que otra vez.

Un letrero en la casa de los padres de un entrañable amigo resume con singular simplicidad esta actitud. “Que en esta casa nunca entre ni un abogado ni un doctor”, reza el pequeño cartel.

Como si en realidad dependiera al ciento por ciento de nosotros, omitimos de nuestro plan de vida un hecho que preferimos considerar de realización incierta.

Tal como lo comprobé en carne propia esta semana, en realidad lo único incierto de las enfermedades es la fecha y forma en que se presentarán. Todo lo demás relacionado con ellas es absolutamente previsible: tarde o temprano enfermaremos, es algo natural.

En el mejor de los casos, como afortunadamente me sucedió, luego de algunos días de reposo estaremos en posibilidad de retomar nuestras respectivas actividades, deseando que el siguiente evento de estas características no se presente o al menos no lo haga pronto.

El asunto es que poco estamos preparados para afrontar las múltiples consecuencias de una enfermedad.

Nuestras posibilidades de acceso a la atención médica fundamentalmente dependen de una combinación entre los recursos personales que podamos destinar a este rubro y los medios que diversas áreas gubernamentales pongan a nuestra disposición para el cuidado y atención de la salud.

Los modelos de atención sanitaria de los países son diversos y la diferencia estriba, básicamente, en qué tanta importancia dan a uno u otro recurso.

En algunas naciones, como Estados Unidos de Norteamérica, el modelo de atención a la salud privilegia la asunción de la responsabilidad individual para hacer frente a las necesidades propias.
El estadounidense está construido sobre la base de que, salvo muy contadas excepciones, cada quien recibirá la atención médica que pueda pagar, ya sea porque cuenta con un seguro médico o porque dispone de los recursos económicos necesarios para saldar sus cuentas.

El financiamiento de este tipo de modelos se realiza principalmente mediante contribuciones de los propios beneficiarios vinculadas a su trabajo.

Por el contrario, en los países europeos se estima que el Estado debe intervenir para reparar situaciones de necesidad.

Se considera que la salud es un bien público cuyo cuidado merece que el gobierno destine los recursos necesarios para su provisión.

Obviamente estos sistemas demandan un esfuerzo social mucho mayor y se financian a través de los ingresos del gobierno que en su mayoría son impuestos generales.

Dentro de los modelos de atención sanitaria europeos el español es quizá el más completo pero también el más caro de mantener.

Por el simple hecho de darse de alta en el padrón del municipio en el que se habita, se tiene derecho a acudir a una oficina del Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales para recibir un número de seguridad social y estar así en posibilidad de recibir atención médica universal y gratuita.

Una vez se cuente con el número de afiliación es necesario acudir al centro sanitario que a cada quien corresponde según su domicilio para que se asigne una tarjeta sanitaria y un médico familiar que será el responsable de canalizar la atención que cada miembro de la familia pudiese necesitar.

Ni la inscripción en la seguridad social ni la obtención de la tarjeta sanitaria dependen de que quien hace el trámite trabaje. Si en efecto labora, deberá aportar las cuotas correspondientes, pero si no lo hace recibirá la misma atención.

Esta cuestión es la que convierte al sistema español en un modelo tan caro de sostener. Se destina para su funcionamiento cerca del 7% del producto Interno Bruto cada año – unos 60 mil millones de euros.

Si consideramos que en los últimos diez años la población de España ha crecido en cerca de 5 millones de personas; que después de los Estados Unidos es el país que más inmigrantes recibe en el mundo; y que por el simple hecho de contar con un domicilio español cualquier persona puede darse de alta en la seguridad social, nos podremos dar una idea de la medida en que ha crecido la factura sanitaria que los españoles cubren cada año con sus impuestos.

Ahora bien, sería injusto culpabilizar a los inmigrantes de esta situación, pues la gran mayoría de ellos se encuentran trabajando y aportan las cuotas de seguridad social que les corresponden.
Sin embargo, existen otras conductas que sí pueden considerarse abusos al sistema nacional de salud.

Por ejemplo, muchos ciudadanos ingleses que en su país no tienen derecho a hacerlo – el modelo es más restrictivo y similar al norteamericano – se las ingenian para encontrar la manera de realizarse, cortesía de los contribuyentes españoles, las operaciones de cambio de “bypass” cardiaco que tan onerosas son en cualquier país del mundo. El sistema lo permite y no han perdido oportunidad para hacerlo.

Similar revuelo causa el catálogo de situaciones médicas a las que debe responder la sanidad española.

La polémica va desde adquirir o no vacunas extremadamente caras para evitar enfermedades cuya incidencia es nula o casi nula, hasta la altamente controvertida cirugía de cambio de sexo a la cual tienen derecho los españoles de muchas comunidades autónomas.

El incremento desmedido de la demanda de atención médica ha originado que el sistema de salud pública responda a través de la forma más tradicional de racionalizar los servicios gubernamentales: largas filas han aparecido en los centros de atención sanitaria; los servicios de urgencia se encuentran saturados; y los trámites burocráticos complican la atención a la población.

Muchos españoles han optado por contratar por cuenta propia la atención básica.

La empresa Sanitas, dedicada a proveer atención médica privada, cotiza en la bolsa española y es altamente rentable.

La opción: si requieren un médico para atenderse una gripe o una lesión leve, los españoles van a sanitas; si lo que requieren es una cirugía mayor, acuden a la seguridad social, esperando ser atendidos lo antes posible.

Por cierto, para obtener el visado respectivo los estudiantes extranjeros debemos contar con un seguro de gastos médicos que garantice nuestra atención médica mientras nos encontramos en España, así como los gastos de repatriación en el nada deseable caso de hacerlo en la situación tan alegremente tratada por la canción: “México lindo y querido, si muero lejos de ti…”

Muchos son los retos a los que se enfrentan los sistemas de salud en todo el mundo.

De nada sirve plantear un sistema cuyo objetivo sea la universalidad si en los hechos no se cuenta con los recursos necesarios para garantizar el acceso a la población o si estos recursos son gestionados con ineficiencia.

De igual manera, un modelo altamente eficiente que no considere la existencia de desigualdades sociales, puede dejar fuera de la atención sanitaria a aquellos que no cuentan con recursos propios para atender sus necesidades sanitarias básicas.

Lo fundamental es tener claro cuál es el modelo de atención a la salud al que se aspira y cuáles los recursos y compromisos sociales para alcanzarlo. Sea cual fuere el modelo que se adopte se debe garantizar su eficacia, eficiencia y sustentabilidad en el largo plazo.

1 comentario:

  1. Una pregunta, que edificio es el que tienes de imagen al principio de tu comentario?
    saludos

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