miércoles, 26 de diciembre de 2007

México en España: Restaurantes mexicanos en Madrid

Afortunadamente, en España es posible encontrar desde tacos hasta platillos de alta cocina mexicana, pasando por comida Tex Mex y algunas no tan buenas imitaciones.

A continuación encontrarás una recopilación de diversas guías en las que aparecen listados de restaurantes de comida mexicana en Madrid y sus alrededores:


http://madrid.salir.com/restaurantes-cocina_mexicana

http://www.mesalibre.com/espana/madrid/madrid/mexicana

http://www.supercable.es/~conosur/restaurantes_mexicanos.htm

http://www.mexicanosenespana.com/directoriorestaurantes.htm

http://madrid.comermexicano.com/

http://www.buscorestaurantes.com/Restaurantes-en-Madrid-1-35-2259/Cocina-mexicana/44-1-1.html

Espero que te sea de utilidad.

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domingo, 23 de diciembre de 2007

Países que integran la Unión Europea


Dado que en diversas ocasiones se han recibido búsquedas solicitando el listado de los países que integran la Unión Europea, a continuación lo podrán encontrar:

Lista de países que integran la Unión Europea (27): Alemania, Austria, Bélgica, Bulgaria; Chipre, Dinamarca, Eslovaquia, Eslovenia, España; Estonia, Finlandia, Francia, Grecia; Hungría, Irlanda, Italia, Letonia; Lituania, Luxemburgo, Malta, Países Bajos; Polonia, Portugal, Reino Unido, República Checa; Rumanía, Suecia.



Países candidatos (3): Macedonia, Croacia y Turquía.



Otros países de Europa no pertenecientes a la Unión Europea (19): Albania, Andorra, Armenia, Azerbaiyán; Bielorrusia, Bosnia y Herzegovina, Estado de la Ciudad del Vaticano; Georgia, Islandia, Liechtenstein, Moldova; Mónaco, Montenegro, Noruega, Rusia; San Marino, Serbia, Suiza, Ucrania.



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domingo, 16 de diciembre de 2007

La Unión Europea: el factor clave


Hace algunos días, aprovechando el feriado con motivo de la celebración de los veintinueve años de la Constitución española, tuvimos la oportunidad de visitar la ciudad de Lisboa. Cerca de seiscientos cincuenta kilómetros por carretera la separan de Madrid.

No intentaré describir los detalles del viaje, y me limitaré exclusivamente a reflexionar en torno a un hecho histórico que, coincidentemente, se suscitó pocos días después en la misma ciudad que visitamos y en los efectos prácticos que este acontecimiento tiene en algo tan simple como el paseo de “puente” que realicé con mi familia.

Pero, ¿qué relación puede tener el pequeño viaje de un grupo de mexicanos con el suceso que a continuación comentaré? Mucha, si consideramos que el trayecto lo hicimos en una autopista prácticamente nueva; que, sin siquiera percatarnos, cruzamos la frontera entre dos naciones; y que al llegar a Portugal no fue necesario utilizar una moneda distinta a la que utilizamos en España.

En efecto, el 13 de diciembre – días después de nuestro regreso –, los representantes de los veintisiete países que integran la Unión Europea firmaron en la capital portuguesa el tratado que regirá sus destinos en las siguientes décadas.

El Tratado de Lisboa es el último de muchos y difíciles pasos que se han dado a lo largo de cincuenta y siete años para consolidar la integración de Europa. Es también la respuesta a la fracasada “Constitución Europea”, cuyo rechazo en Francia y Holanda caló hondo entre los “europeístas” que en 2005 vieron peligrar sus sueños de integración.

Según palabras del Primer Ministro de Portugal, el acuerdo firmado en el Monasterio de los Jerónimos de Lisboa – por cierto, sumamente bello –, “vence la parálisis política” en la que entró Europa después de que los franceses y holandeses rechazaran mediante referéndum el proyecto de constitución que en aquel entonces se intentaba implantar.

Son varias las innovaciones que contiene: Un sistema de toma de decisiones más ágil que abandona la necesidad de la unanimidad y elimina la posibilidad de veto individual en 40 áreas, incluidas las de cooperación policial y judicial; una presidencia más fuerte, pues se pasa de un esquema de rotación cada 6 meses a mandatos de dos años y medio; y la creación de un “ministro de exteriores” común.

En pocas palabras: el Tratado de Lisboa crea los elementos de ingeniería institucional que necesita para funcionar una unión que ha incrementado el número de países que la integran y el de temas sobre los cuales tiene injerencia.

El nuevo documento dista mucho de aquel que se considera su principal antecedente, firmado en París el 18 de abril de 1951 por sólo seis países – Bélgica, Francia, Italia, Luxemburgo, Países Bajos y la República Federal Alemana –, por medio del cual se creaba la Comunidad Europea del Carbón y del Acero.

A partir de entonces, diversos acuerdos han configurado gradualmente lo que hoy conocemos como la Unión Europea. En cada etapa ha habido una constante: los países han depositado en la Unión facultades que hasta entonces sólo ellos ejercían, buscando siempre salvaguardar aquellos elementos que consideran parte de su identidad fundamental. Es por ello que el lema común es “Unidad en la diversidad”.

Ejemplo de lo anterior: el tratado firmado en Maastricht el 7 de febrero de 1992 a través del cual se sentaron las bases de una política exterior y de seguridad común; de una cooperación más estrecha en asuntos de justicia y política interior y, principalmente, de la creación de una unión económica y monetaria, incluida una moneda única: el euro.

La Unión Europea de la actualidad difícilmente podría haber sido imaginada por aquellos políticos de mediados del siglo XX a quienes se considera los “padres de Europa”: Robert Schuman, Konrad Adenauer, Jean Monnet, Alcide De Gasperi y Winston Churchill.

Hoy, en la mayoría de los países de la unión existe una moneda única y, salvo contadas excepciones como armas o explosivos, existe libertad de circulación de personas, capitales, mercancías y profesionales.

Lo anterior explica por qué no fue necesario que realizáramos trámite alguno para cruzar la frontera entre España y Portugal, así como el hecho de utilizar la misma moneda.

Por cierto, físicamente la moneda no es exactamente igual. Una de las caras es común y la otra responde a cada país. En la moneda de un euro de España en esta cara aparece el actual Rey Juan Carlos I, mientras que en Portugal el sello del Rey del siglo XII Alfonso Henriques.

Se cuenta con símbolos comunes, tales como el pasaporte, la bandera y el himno – el último movimiento de la novena sinfonía de Beethoven –, que por cierto no excluyen a los propios de cada país, salvo el caso del pasaporte.

Se dice que el 60% de las decisiones que afectan a un país europeo se toman en Bruselas o en algún organismo de la Unión. Desde el tipo de calefacción que puede haber en las viviendas hasta cuestiones relacionadas con partidos políticos de una región específica de una nación, la Unión Europea permea todos los ámbitos de la sociedad.

A pesar de no tener una administración propia, sino la de los países que la integran, la Unión Europea cuenta con 40 mil empleados, de los cuales casi la mitad son traductores que tienen como función facilitar la comunicación entre funcionarios de veintisiete países que hablan veintitrés lenguas oficiales.

Pero la Unión Europea va más allá del libre tránsito o la moneda común. Los denominados Fondos Estructurales, cuya finalidad es disminuir las desigualdades entre las naciones integrantes, impulsando y complementando los esfuerzos de las autoridades nacionales, han cambiado el rostro de muchos países.

Es por ello que intentar entender el Portugal y la España de la actualidad fuera del contexto de la Unión Europea y de las repercusiones que ésta ha tenido en todos los aspectos del desarrollo de ambos países y de sus ciudadanos es simplemente imposible.

A través de los Fondos Estructurales y de créditos del Banco Europeo de Inversiones se ha construido una nueva red de autopistas y de ferrocarriles de alta velocidad. Las autopistas A-5 e IP-7 que nos condujeron a Lisboa fueron financiadas en gran medida por medio de estos mecanismos.

Sin embargo, no todo es miel sobre hojuelas. Existen múltiples temas que generan un amplio debate.

Poco o nada gusta al gobierno español que el Tribunal Europeo de Derechos Humanos, con sede en Estrasburgo, le impida embargar las “Herriko Tabernas” – supuestos lugares de reunión de la izquierda nacionalista vasca – hasta que no demuestre claramente que sus propietarios son en realidad prestanombres del ilegalizado partido Herri Batasuna, ligado a la organización terrorista vasca ETA.

Los propios Fondos Estructurales son objeto de una amplia discusión. Durante muchos años, los ciudadanos alemanes o franceses tuvieron que cubrir el costo de fondos cuyo destino era España, Portugal o Grecia, dado que era necesario equilibrar las débiles infraestructuras con las que en ese entonces contaban estos países con las robustas carreteras o vías ferroviarias alemanas o francesas.

Actualmente, España ampliamente favorecido durante muchos años con estos fondos, dejará de ser receptor de recursos y deberá utilizar parte de su presupuesto para apoyar los proyectos que se llevarán a cabo en las naciones recientemente integradas a la Unión Europea, tales como Chipre, Rumania o Lituania.

Es así como, mediante un esfuerzo político coordinado en el que han participado diversos hombres y mujeres de generaciones diferentes, Europa pasó de un tratado con fines meramente comerciales a una unión con una visión de largo alcance, cuyos resultados de corto y mediano plazo empiezan a rendir frutos tangibles en la vida cotidiana de sus ciudadanos, luego de más de cincuenta años.

Me viene a la mente la frase de Don Adolfo Ruiz Cortines, Presidente de México de 1952 a 1958, en relación con la necesidad de emprender acciones con visión de futuro aunque estas no necesariamente impliquen beneficios de corto plazo: “No siembro para mi, siembro para México”.

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domingo, 9 de diciembre de 2007

La educación concertada en España

Una de las principales preocupaciones que compartía con mi esposa cuando decidimos venir a Madrid era encontrar una escuela a la que pudiesen asistir nuestras hijas. Independientemente de que aún son muy pequeñas y cursan educación preescolar, era de suma importancia no interrumpir el proceso educativo en el que ya estaban inmersas en Pachuca.

Por lo tanto, la búsqueda de un colegio se ubicó como una más de las tareas que denominábamos indispensables antes de nuestra llegada.

Precisamente esa necesidad nos permitió conocer con mayor detalle algunas peculiaridades del sistema educativo español que lo diferencian del mexicano. Diferencias que no necesariamente deben ser positivas, pues son las que causan una mayor polémica entre la sociedad ibérica.

Nunca he sido aficionado de las comparaciones a la ligera. Menos aun de aquellas en las que los objetos que se contrastan tienen como telón de fondo realidades diametralmente opuestas.

El sistema educativo mexicano es una de las mayores conquistas sociales emanadas de nuestra revolución. Los principios de gratuidad, laicidad y universalidad están debidamente consagrados en la Constitución de 1917. Desde entonces – poco más de noventa años-, ha sido la política que más recursos ha demandado del Estado mexicano.

Por su parte, el actual sistema de educación español tiene su antecedente en la Constitución de 1978; a pesar de que las leyes secundarias que la norman han sido modificadas –la más reciente en el año 2006-.

Por lo tanto, estamos hablando de sistemas cuyo origen, desarrollo y entorno hacen que las comparaciones sean, además de complejas, poco útiles en términos prácticos.

A pesar de lo anterior, existen diferencias que vale la pena conocer para tener una idea más amplia de cómo hacen otras naciones para hacer efectivo el derecho a la educación. Por ejemplo: en México la enseñanza básica obligatoria comprende el preescolar, la primaria y la secundaria; a diferencia de España en donde sólo abarca la primaria y la secundaria, no el preescolar.

Sin embargo, la diferencia que más llama la atención es la referente a la manera en la que el Estado español imparte la educación pública. A diferencia de nuestro país, en España ésta puede ser prestada por instituciones públicas y también por instituciones privadas.

A esta última modalidad se le llama educación concertada y consiste en la posibilidad de que escuelas privadas presten la educación pública “en nombre” del Estado español a cambio de un pago que el gobierno les realiza, de conformidad con ciertos parámetros. Es decir, las instituciones privadas “sustituyen” al Estado y éste a cambio paga por ello.

Los padres de familia que así lo deseen y cumplan con diversos requisitos pueden optar por inscribir a sus hijos en un colegio concertado.

Las consecuencias de esta variante son inmensas. De entrada, una parte importante pero minoritaria del presupuesto educativo se destina al pago de los centros concertados; el personal que labora en este tipo de instituciones no se considera trabajador al servicio del Estado, por ende, su patrón es la institución que le contrata.

Los “conciertos” no excluyen a las escuelas con una orientación religiosa, por lo que es factible y muy usual que esta clase de centros decidan optar por acogerse a este régimen. Por ende, en España es posible que mediante la enseñanza concertada la educación pública tenga un contenido religioso, lo que en nuestro país sería impensable.

Evidentemente existen diversas reglas para que una institución educativa preste sus servicios en la variedad concertada, así como un esquema de garantías que busca proteger a sus alumnos y trabajadores.

Corresponde a las comunidades autónomas – asimilables en México a los estados- hacerse cargo de esta regulación. Es por ello que en España se dice: “Dime quién te gobierna y te diré quién te educa”.

En la Comunidad Autónoma de Cataluña, gobernada por una coalición de izquierda, en los últimos cinco años lectivos la matricula en las escuelas privadas y concertadas ha subido muy poco, mientras que la de las públicas se ha incrementado en un 14.95%.

En contraste, en el mismo periodo de tiempo en la Comunidad de Madrid, gobernada por el Partido Popular, proclive a la derecha ideológica, los números se invierten: los alumnos en escuelas públicas han crecido sólo un 2.6% contra un 12.46% de las privadas y concertadas.

La tendencia nacional española se parece mucho a la madrileña. A pesar de que actualmente el 67.6% de los estudiantes de educación básica en España asisten a escuelas públicas, casi un 82% de las nuevas plazas para alumnos que se crearon desde 2001 se ubican en la enseñanza concertada.

En un país en el que el costo promedio mensual de una colegiatura en un colegio privado puede ir de trescientos a mil doscientos euros – alrededor de cinco a veinte mil pesos –,el sistema concertado ha sido apoyado por muchos padres de familia y por un importante sector de la población.

Entre otras cosas, quienes están a su favor argumentan que permite a las familias una elección más libre de la escuela a la que asisten sus hijos y que permite ahorros significativos al gobierno. En relación con este último argumento, el Ministerio de Educación español estima que un alumno en un centro concertado le cuesta un 12% menos que en uno público.

Quienes están en contra de la enseñanza concertada cuentan también con argumentos de peso para justificar su preocupación por la falta de proporcionalidad en el desarrollo de los centros concertados – que operan con fondos públicos- y los colegios públicos.

Se dice que fomentan procesos de marginalización, lo que se apoya en el hecho de que el sector poblacional más desprotegido y que más crece en España, los inmigrantes, matricula mayoritariamente a sus hijos en escuelas públicas. Sólo un 4% de los alumnos de las instituciones concertadas son inmigrantes, mientras que los colegios públicos reciben a más del 80% de los niños que se encuentran en esa condición.

En la práctica, los hijos de españoles están ingresando a las escuelas bajo el régimen de concierto y los hijos de inmigrantes lo hacen en las públicas, lo que propicia escenarios de división social poco favorables.

Más aún si se considera que España es el país que más inmigrantes recibe en el mundo después de Estados Unidos de América y que existe toda una estrategia de Estado para intentar garantizar su inclusión en las mejores condiciones posibles.

La discusión sigue abierta y existen, como en todas las materias, posiciones divergentes sobre el mismo tema.

El debate se avivó esta semana al darse a conocer oficialmente el informe PISA. El mismo había sido filtrado a la prensa ibérica con una semana de anticipación lo que provocó un escándalo mediático.

Este informe, realizado por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) para evaluar el nivel en matemáticas, ciencias y lectura de los estudiantes de quince años en 57 países presentó resultados que los políticos españoles consideraron muy preocupantes.

El estudio situó a España en el lugar 31 de entre 57 países evaluados en la investigación.

Como consecuencia, el Partido Popular, actualmente en la oposición a nivel nacional, ha pedido una revisión del modelo educativo; argumentando que el actual no permitirá a España competir a nivel mundial.

Lo sorprendente del caso fue que el Presidente del Gobierno Español, José Luis Rodríguez Zapatero, del Partido Socialista Obrero Español, adversario del Popular, no reaccionó negándolo sino justificándolo en un rezago histórico al que hay que hacer frente.

Es decir, existe un amplio y necesario consenso entre los actores políticos en el hecho de que el lugar 31 que ocupó España en el informe PISA – nuestro país ocupo el sitio número 49 - no le permitirá hacer frente a los retos del futuro y que es necesario tomar medidas para evitar una perdida de competitividad que aleje a los españoles del desarrollo económico y social al que aspiran.

En lo que también existe consenso en España y en todo el mundo es en el hecho de que la educación es una condición necesaria – desafortunadamente no suficiente -, para poder acceder a mejores niveles de bienestar personal, familiar y comunitario.

Cada pueblo tiene la posibilidad de definir el mecanismo que mejor le parezca para garantizar que su población pueda tener de hecho, no sólo de derecho, la posibilidad real de ejercer su libertad de educación en condiciones de igualdad de oportunidades.


Por cierto, el ingreso de nuestras hijas a la escuela en Madrid dejó de ser una preocupación gracias a las atinadas gestiones de las autoridades escolares de la institución educativa a la cual asistían en Pachuca. Su valiosa intervención fue de suma utilidad para conseguir un espacio en un colegio hermano. Sirva este medio para enviar un fuerte abrazo al personal docente y administrativo del Colegio Éverest.

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