domingo, 22 de marzo de 2009

¿Campaña contra México o paranoia institucional?


Por más que el gobierno federal se empeñe en ocultarlo, es un hecho que en materia de inseguridad pública las cosas han llegado lo suficientemente lejos como para que la comunidad internacional voltee con preocupación hacia nuestro país y se comience a cuestionar con toda seriedad la capacidad del aparato estatal mexicano para hacer frente a los inmensos retos que las circunstancias le imponen.

Desde que a mediados de enero el Comando Conjunto de las Fuerzas de Estados Unidos abriera fuego al hacer público un informe en el que consideraba que nuestro país –junto con Paquistán– corría el riesgo de convertirse en un Estado fallido, México ha sido objeto de diversos análisis por algunos de los más prestigiosos medios de comunicación y centros de investigación de impacto global.

Aunque la atención se ha centrado en la revista Forbes, que hace apenas unos días bajó a México –igual lo hizo con Brásil– del lugar 43 al 56 en su clasificación de “Mejores países para hacer negocios” y causó polémica al colocar a Joaquín “El Chapo” Guzmán dentro de su famosa lista de billonarios; la realidad es que la prensa internacional ha estado plagada de artículos e investigaciones especiales sobre nuestro país, a los que difícilmente se podría acusar de falta de objetividad o sustento racional.

La tesis del gobierno federal de que existe una especie de “campaña” internacional para dañar la imagen de México en el mundo se prueba sumamente débil cuando se analizan algunas de estas publicaciones.

Es cierto que ningún trabajo niega el hecho de que en México fueron asesinadas más de 6 mil personas el año anterior –este año van más de mil–, ni que ha habido casos escandalosos de corrupción policial, ni que el nivel de violencia que se observa es altísimo. En realidad no tendrían por qué decir lo contrario pues se trata de datos irrefutables que, a pesar de ser dolorosos, son innegables y deben utilizarse para interpretar la situación que se vive al interior del país.

Sin embargo, a pesar del crudo diagnóstico –el más completo de los consultados es el realizado por la especialista Vanda Felbab-Brown para la poderosa Brookings Institution de Washington– la mayoría de las publicaciones coincide en que existe un esfuerzo institucional de parte de las autoridades mexicanas que debe ser reforzado en diferentes formas.

El Transnational Institute de Holanda, en un artículo denominado “México, ni un Estado fallido ni un modelo”, refuta tanto las visiones del Estado fallido –las considera intervencionistas– como las que hablan de México como el modelo a seguir en materia económica y de apertura comercial, sugiriendo a la administración Obama apartarse de ambas antes de definir las estrategias a seguir.

Por su parte, en su edición del 7 de marzo, la revista inglesa The Economist –una de las más influyentes del mundo– hace un concienzudo análisis de la situación del narcotráfico en México, reconociendo la labor del presidente Felipe Calderón y analizando el impacto negativo que el federalismo puede tener en el combate a la delincuencia.

La voz autorizada de la Rand Corporation –la fundación con mayor presupuesto entre las que se dedican al estudio de las relaciones internacionales, unos 251 millones de dólares anuales– recuerda en un excelente análisis la situación vivida en la frontera durante la revolución mexicana, concluyendo que la posibilidad de un colapso de Estado mexicano es sumamente remota y descartando que la construcción del muro sea la respuesta real a los problemas fronterizos.

En el mismo sentido el Consejo de Relaciones Exteriores –quizá la más prestigiosa autoridad de análisis de la política exterior de los Estados Unidos de América– en un artículo publicado el pasado 24 de febrero critica fuertemente al gobierno estadounidense y dice que el combate a las mafias mexicanas pasa por el cumplimiento de la ley en los Estados Unidos, lo cual ayudaría a detener la venta y exportación ilegal de armas a México y a combatir la demanda interna de estupefacientes en el país del norte.

El propio Consejo de Relaciones Exteriores propone la adopción de medidas más cooperativas entre los gobiernos mexicano y norteamericano, así como la mejora de la cantidad y calidad de la ayuda económica que éste proporciona a aquel.

Así las cosas, el argumento oficial de que se trata de una campaña mediática en contra de nuestro país se antoja débil y más bien fruto de la mente de algún asesor paranoico que de un analista concienzudo y objetivo. Los diversos análisis publicados así lo demuestran. Más aún, se aprecia un apoyo al gobierno calderonista y a la necesidad de un mayor apoyo de parte de los Estados Unidos.

Para ser claros, la preocupación del exterior es normal si consideramos que México es un país estratégico dentro del sistema internacional de naciones. Se trata de la décima segunda economía mundial y de uno de los mayores productores de petróleo; de un miembro del cada vez más poderosos G-20 y del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas; de una potencia demográfica con 110 millones de habitantes en la actualidad, que se estiman en 147 millones para el año 2050.

Desde la perspectiva norteamericana el encendido de las alertas también está justificado. Compartimos una frontera de más de 3,000 kilómetros; somos su segundo socio comercial y su tercer proveedor de petroleo; millones de mexicanos viven en ese país, representando la minoría que más crece –y vota.

En suma, si los problemas internos de cualquiera de los 193 estados con reconocimiento oficial en el mundo preocupan a la diplomacia internacional, los que se viven en México también debieran hacerlo. Por ello, el gobierno federal, antes que ver “moros con tranchetes” podría optar por escuchar y leer con más atención lo que respecto de él se dice en el mundo y comenzar a incorporar ideas que le permitan sortear los grandes retos que tiene enfrente.

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