domingo, 29 de marzo de 2009

Hugo Sánchez en el Bernabéu


En días pasados tuve la ocasión de acudir al estadio Santiago Bernabéu. Mi primo Ignacio, quien visitaba Madrid antes de partir a la famosa feria de la industria del plástico de Milán, me había pedido con sobrada anticipación que hiciera lo posible por conseguir entradas para asistir a un partido del Real Madrid.

Seguidor de los Tuzos igual que yo –antes lo fue de Pumas, pero en cuanto casó con mi prima la aplastante mayoría familiar le hizo cambiar de opinión–, Ignacio quería vivir en carne propia un encuentro de uno de los clubes más populares de España y del mundo. Sin duda, el “merengue” pertenece a ese selecto grupo de equipos en cuyas filas militan o han militado los más famosos jugadores del globo.

Así las cosas, nos dispusimos a acudir al partido Real Madrid–Almería. Los de casa se encontraban esperando el milagroso error del líder Barcelona, que les aventaja a sólo seis puntos –como se ha comentado en otras ocasiones en España no hay liguilla y el título se lo adjudica la escuadra que al final de la temporada cuente con mayor puntaje–. Los visitantes se ubicaban a media tabla con una tendencia cada vez más favorable, dado que pasaron del lugar 16 al 12 en sólo once jornadas.

Aunque, por la disparidad entre ambos equipos, a primera vista el juego no prometía ser el mejor de la temporada, Ignacio y yo tuvimos la oportunidad de vivir una experiencia que personalmente calificaría como única y sumamente satisfactoria.

Y es que desde diciembre de 2008 el entrenador del equipo Almería es nuestro compatriota Hugo Sánchez, quien regresaba al estadio en el que cosechó muchas de sus grandes glorias.

Sé que Sánchez es un hombre polémico. Tanto en México como en el extranjero sus comentarios causan revuelo. Desde que tengo memoria su vida y obra han sido objeto de las más candentes discusiones. Todos, expertos y quienes no lo somos, hemos emitido nuestra opinión sobre el futbolista que más satisfacciones ha dado a nuestro país.

Se dice que a Hugo o se le ama o se le odia. Como pudimos comprobar Ignacio y yo, muchos de los casi 80 mil asistentes al estadio pertenecen al primero de los grupos.

Desde que llegamos al Santiago Bernabéu se anunciaba la presencia de “Hugol” en el encuentro. La publicación oficial del Real Madrid, “Grada Blanca”, contaba entre sus páginas con varios artículos al respecto. Los encabezados rezaban: “Hugo Sánchez contra el Real Madrid”; “Hugo Sánchez debuta en el Santiago Bernabéu como entrenador en partido oficial” y “La vuelta del macho mexicano”.

En sus siete temporadas como jugador del Real Madrid –1985 a 1992–, Hugo Sánchez marcó 251 goles, que le valieron para ayudar a su equipo a obtener cinco Ligas, una Copa de la UEFA, una Copa del Rey y dos Supercopas. Consiguió para sí cuatro títulos como máximo goleador de la liga española, “pichichis”, –ya había obtenido uno con el Atlético de Madrid– y un “botín de oro” como mejor a nivel europeo.

Al iniciar el partido, cuando el sonido local presentó las alineaciones de las escuadras, destacaron los aplausos al director técnico del rival de los de casa. Hugo, sin inmutarse, se dedicó a hacer su trabajo.

El juego se desenvolvió conforme a lo esperado. Pronto, un contundente Real Madrid aventajó a los andaluces, que no cesaban en el esfuerzo y sin lograr concretar llegaron en varias ocasiones a una portería que parecía “blindada” contra cualquier ataque.

Al medio tiempo llegó lo mejor del partido. Desafortunadamente no para el Almería, que recibió un par de goles, pero sí para Hugo Sánchez y para los mexicanos que estábamos en el estadio.

Poco después de iniciado el segundo tiempo, la Barra Ultra Sur –una de las de mayor tradición y quizá la más vistosa y “dura” de las pocas con las que cuentan los madridistas– sacó una fotografía monumental en blanco y negro del director técnico del equipo al que aventajaban. La imagen de un Hugo Sánchez veinte años más joven se alcanzaba a apreciar desde todos los rincones del estadio.

Minutos después, el Santiago Bernabéu retumbaba bajo el grito “Hugo, Hugo, Hugo”.
Por doquier, niños, jóvenes y viejos con la camiseta del Real Madrid, vitoreaban al mexicano que –supongo– hacía un esfuerzo sobrehumano para concentrarse en su papel de técnico rival y no caer rendido ante la afición adversaria que lo vitoreaba.

Atrás quedaron los años en los que el mexicano tuvo que luchar contra viento y marea para ganarse un espacio en el Atlético de Madrid, al que ingresó en 1981. También la difícil recepción que la afición –que hoy lo vitoreaba– le otorgó cuando el equipo merengue lo fichó en 1985.

Hugo Sánchez hizo a un lado las dudas y los prejuicios, y pasó a ser considerado el mejor jugador mexicano de todos los tiempos y el mejor futbolista de América del Norte y América Central del Siglo XX, según la IFFHS (Federación Internacional de Historia y Estadísticas del Futbol).

Quizá por eso, porque nos hizo pasar un gran momento lejos de casa, porque lucho contra sí mismo y nos dio tantas satisfacciones; sus paisanos que lo veíamos desde el primer anfiteatro fondo norte del Bernabéu, olvidamos las consabidas polémicas nacionales sobre su persona y, al grito de “Hugo, Hugo, Hugo”, agregamos el de “Viva México…españoles”.

3 comentarios:

  1. Hola. Se dice madrileños no madridistas. Gracias.

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  2. Muchas gracias por la observación y por seguir el blog. Yo también tenía la duda, pero "madrileño" es el gentilicio de los habitantes de Madrid y "madridista" es la manera como se autodenominan los seguidores del Real Madrid para diferenciarse de los de otros equipos madrileños, como el Atlético de Madrid.

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  3. me dio curiosidad ssaber algo de hugo y ahorita que leo este blog me doy cuenta lo grande que puede ser una persona que tiene ganas de salir adelante y me da gusto saber que a hugo un compatriota se le quiere y respeta en otros lados del mundo y ahora estoy seguro que hugo es el mejor jugador mexicano que ha existido espero que el chicharo pueda hacer algo igual que hugo en el manchester y que todo el mundo voltie a ver a mexico que tambien hay jugadores de calidad

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