domingo, 3 de febrero de 2008

El tesoro de Capa en México


Robert Capa es considerado el fotógrafo de guerra más famoso del Siglo XX.


Son memorables sus fotografías del desembarco aliado en Normandía, el 6 de junio de 1944; o “Muerte de un miliciano”, en la que un soldado republicano de la guerra civil española cae inerte en el momento justo en el que es captada la gráfica.


Su frase: “Si tu foto no es bastante buena, es que no estabas lo suficientemente cerca”, define la esencia y razón de ser de los reporteros gráficos.


Confieso que poco o nada sabía del célebre Capa hasta hace pocos días, cuando su nombre acaparó los titulares de los medios de comunicación españoles.


La noticia: el descubrimiento de tres cajas, consideradas perdidas por los historiadores, que contenían negativos de los fotoperiodistas Gerda Taro, David Seymour y Robert Capa.


De acuerdo con el diario The New York Times, el descubrimiento fue definido por Brian Wallis, director del Centro Internacional de Fotografía de esa ciudad estadounidense, como “el Santo Grial de la fotografía”.


La noticia no es menos importante para España. Las tres cajas contienen imágenes de incalculable valor para la reconstrucción histórica de la guerra civil española.


La posibilidad de encontrar información que se consideraba perdida fascina a historiadores y fotógrafos de todo el mundo.


A la ya de por sí impresionante noticia, se suma un hecho que fortalece aún más mi convicción personal de que los vínculos entre nuestro país y el lugar que hoy me acoge junto con mi familia son inagotables: los tres maletines fueron encontrados en México.


Resulta que Capa –su nombre real era Endre Fiedman–, después de haber estado en España entre 1936 y 1939, se encontraba en Francia, de donde tuvo que huir rumbo a Estados Unidos ante la inminente llegada del ejercito nazi; dejando tras de sí los negativos que hoy se conocen como “la maleta mexicana”.


Mucho debe haber dolido al joven fotógrafo –que en ese entonces contaba apenas con veintiséis años– abandonar el material.


Además de las imágenes que retrataban la guerra civil española, a la que siempre consideró la más cruel de todas las que le toco vivir, las cajas contenían diversas fotografías personales realizadas por Capa a Gerda Taro –cuyo verdadero nombre era Gerta Pohorylle–, periodista gráfica y compañera sentimental muerta a los veintiséis en Madrid en 1937.


De alguna manera, en 1940 las cajas con los negativos llegaron a manos del general Francisco Javier Aguilar González, quien entonces era parte del cuerpo diplomático mexicano destacado en Francia.


En aquel entonces nuestros diplomáticos se las ingeniaban para cumplir la instrucción del Presidente Lázaro Cárdenas de dar asilo a los refugiados españoles, cuya estancia en España significaba una muerte segura bajo el fúsil de las tropas franquistas.


De hecho David Seymour –sobrenombrado “Chim”, muerto en 1956 durante la crisis del Suez por soldados egipcios–, tercer fotoperiodista con material en la “maleta mexicana”, viajo con posterioridad a México para cubrir el desembarco de los refugiados españoles.


También lo hizo Capa. No se sabe si en nuestro país buscaron su tesoro. Al parecer lo daban por perdido.


El caso es que el General Aguilar –quien, según cuenta su familia, luchó al lado de Pancho Villa y era un excelente jinete que en alguna ocasión domó un caballo para la hija del Emperador Hirohito del Japón–, mandó el material a México, en donde pasó desapercibido durante muchos años.


Después de la muerte de Aguilar, sus familiares conservaron las cajas sin saber a ciencia cierta el valor de su contenido. Al percatarse del mismo, contactaron a la curadora de arte y cineasta residente en México Trisha Ziff.


Ziff –casada un fotógrafo que siendo muy niño se exilió de España rumbo a México–, consciente de lo que significaban los 127 rollos y 3,000 negativos que tenía ante sí inició, con la aprobación de la familia del general Aguilar, las gestiones para devolverlos a sus legítimos dueños.


Cuando en 1947 Capa y Chim fundaron la agencia de fotoperiodismo “Mágnum”, bajo la premisa de que un fotógrafo no era nadie si no era el dueño de sus negativos, adelantando el concepto del Copyright, no contemplaron que sus herederos pudieran bajo ese principio recuperar las maletas que creían extraviadas para siempre en Francia.


Seguramente tampoco imaginaron el extraordinario papel que jugaría México en la recuperación de un material que se convirtió en un exiliado más de la guerra civil española.


En una entrevista concedida al Periodico de Catalunya la propia Ziff –que voló a Nueva York junto con su pequeño hijo para entregar la “maleta mexicana” al hermano de Capa–, deja claro el verdadero fondo de esta peliculesca historia: “Para mí era muy simbólico que el hijo de un exiliado español entregara los negativos. México siempre abrió sus puertas a los refugiados, les dio un espacio de protección, por eso los negativos terminaron allí.”


Finalmente, Robert Capa, el periodista gráfico originario de Hungría que conquistó a la actriz Ingrid Bergman, que bebió, conoció o fue amigo de García Lorca, Hemingway, Picasso y Steinbeck, murió el 25 de mayo de 1954 en Thai Binh, Indochina –hoy Vietnam– al pisar una mina que explotó cuando cubría para la revista “Life” una guerra que apenas comenzaba.


Cincuenta y tres años después de su muerte, el tesoro perdido de Capa y de los españoles, es recuperado gracias a un general que combatió al lado de Pancho Villa, cuyo país, nuestro país, puede enorgullecerse de poder mirar de frente y con dignidad a un mundo cada vez más insensible y acostumbrado a que imágenes, como las captadas por los tres jóvenes fotógrafos que dieron la vida por aquello que amaban, se repitan día con día.

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