domingo, 10 de agosto de 2008

¿Relevo o ruptura generacional?


El Partido Popular (PP) es el segundo partido político de España.

Es el que cuenta con más escaños en el Senado, mientras en el Congreso de los Diputados es la segunda fuerza después del Partido Socialista Obrero Español (PSOE).

Miles de municipios y diversas comunidades autónomas, entre ellas la de Madrid, son gobernadas por los populares.

Es por ello que las pugnas que se desataron en su interior después de la derrota en las elecciones generales llamaron mucho la atención.

Resulta que Mariano Rajoy, líder del PP y candidato vencido en las dos últimas elecciones, decidió llevar a cabo diversas acciones que quiso se interpretaran como un golpe de timón.

La más llamativa de estas acciones fue el nombramiento de Soraya Sáenz de Santamaría como portavoz de su partido –equiparable a la figura de los coordinadores parlamentarios en México.

El nombramiento de Sáenz, de treinta y siete años, fue interpretado por los opositores al interior de su partido como la jubilación anticipada de toda una generación de políticos. Precisamente la generación que sigue a la de Mariano Rajoy y antecede a la de aquella.

Quienes se manifestaron a favor, apoyaron la decisión con base en el argumento de que era necesario un relevo generacional.

Fue así como el tan llevado y traído tema se puso de moda en las mesas de discusión televisivas y también en las de café, que tanto gustan a los españoles.

Pero, ¿Qué es el relevo generacional en política? ¿Para qué sirve?

Teóricamente, uno de los principales cometidos de un partido político es el de la búsqueda e incorporación de nuevos liderazgos sociales. Principalmente en los denominados partidos de masas y en los “catch all parties”, cuyo espectro social de actuación pretende ser muy amplio.

Pensemos por un momento en una carrera de relevos cuatro por cuatrocientos metros, en la que cada participante hace su mejor esfuerzo, hasta que en un momento dado, después de llegar a su punto de máximo rendimiento, la capacidad individual de continuar la carrera decae y es en ese instante en el que debe entregar la estafeta al corredor que le sigue.

De la misma manera, en política, cada generación hace su mejor esfuerzo para después dar paso a la siguiente, que la relevará.

La gran diferencia entre la carrera de atletismo y la política probablemente radica en que en esta última el proceso es continuo. Difícilmente se puede observar con claridad el momento del relevo, que no se agota en un solo acto, sino que se presenta gradualmente hasta que es posible reconocerlo.

Quizá una buena manera de enfocar el asunto en materia política sea pensar en el relevo de acuerdo con los retos.

Por ejemplo, dentro de los muchos retos de nuestro país uno de los más importantes es el de la desigualdad. Pues bien, cada generación hace lo que considera mejor para poder disminuir los índices que miden esta desigualdad y avanza lo que en la medida de sus posibilidades y de los recursos disponibles le es factible .

La clave está en las soluciones a los problemas y cada generación aporta nuevas formas y mecanismos.

¿En qué momento es conveniente un relevo generacional? Quizá en el que se asume que la generación que estaba al mando ha agotado los instrumentos, en su momento innovadores, de los cuales disponía para atender el problema.

Es por ello que el relevo, más que de personas, debe ser de ideas.

Ahora bien, existe una gran responsabilidad de las generaciones que se encuentran al mando y que, por ende, tienen más poder que las que les siguen de poder impulsar este proceso, dado que no hacerlo significaría no dar oxígeno y entrada a las nuevas ideas.

Aunque hacerlo signifique abrir la puerta a formas de hacer política que no necesariamente sean las propias. Es difícil pensar en un relevo de ideas si aquel que lo representa se ajusta a plenitud a los métodos y formas de pensar de aquel a quien releva.

Quizá este punto sea el más controversial. A aquellos que deben impulsar el relevo les resulta muy difícil asumir que los refuerzos quizá no piensen como ellos.

Por este motivo, quienes ostentan la dirección partidista suelen hacer lo posible para que los relevos se parezcan lo más posible a ellos mismos, aún si eso implica que no se presente el relevo de ideas y, por ende, que el generacional no cumpla su cometido.

Esta es la mayor acusación que se dentro del Partido Popular se ha hecho a Rajoy, pues se considera que realizado el cambio de personas, no se concretó el de pensamiento.

De la misma manera, es importante garantizar que las generaciones que se encuentran en el proceso de entrega de la estafeta hayan podido aportar a la solución de los problemas el mayor conocimiento posible, así como la existencia de un diálogo permanente que vigile la protección de la experiencia acumulada.

Porque quizá una de las principales reglas del juego es que el que llega no debe empezar de cero. Pues de esa manera no habría diálogo entre generaciones y difícilmente hablaríamos de progreso.

La iniciativa privada lo tiene muy claro. Desde el micro empresario que dirige una pequeña tienda de abarrotes, hasta el líder de una multinacional comprenden que reinventarse continuamente sin perder lo esencial significa adaptarse a los cambios del entorno e incluso impulsarlos.

Hacerlo representa la supervivencia, no hacerlo implica asumir la entrada en un proceso de reciclaje de ideas y de personas que poco aporta a una sociedad siempre exigente de nuevas formas y soluciones para sus crecientes demandas.

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