domingo, 13 de enero de 2008

Aristegui y los medios españoles


El 5 de enero de 2008 la periodista Carmen Aristegui anunció que debido a “una incompatibilidad de modelos en términos de dirección editorial” concluía su participación en el noticiero matutino “Hoy por Hoy” que se transmite en W Radio.

Por su parte, el consorcio radiofónico – integrado por Televisa y el español Grupo Prisa – daba a conocer su versión a través de un comunicado oficial. El argumento: un “proceso de renovación, actualización y expansión” y “un nuevo modelo de organización y trabajo”.

A partir de ese momento – en un hecho con pocos precedentes en México – diferentes sectores del mundo periodístico, político, empresarial y de la sociedad civil organizada y no organizada se volcaron en expresiones mayoritariamente desaprobatorias de la salida del aire de un espacio noticioso ampliamente apreciado, percibido por el público como plural y objetivo.

Vale la pena destacar el alto impacto que la controversia ha generado en el internet, medio a través del cual tengo la fortuna de enterarme cotidianamente del acontecer de Hidalgo y del país.
La “no renovación” del contrato de Aristegui puso sobre la mesa de debates diversas cuestiones, todas ellas de innegable relevancia. Los puntos controvertidos van desde situaciones muy específicas del caso, tales como el entendimiento de las razones precisas por las cuales la empresa decidió no proseguir la relación con la periodista; hasta cuestiones mucho más amplias y complejas, que tienen que ver, por ejemplo, con la globalización de los medios de comunicación o con la relación entre éstos y la sociedad a la que sirven e informan.

Sin embargo, dada la amplitud del debate, existe una pieza que considero fundamental para poder entender el rompecabezas: el papel en este polémico asunto de la empresa de medios española Grupo Prisa, copropietaria desde 2001 de las estaciones radiofónicas de Televisa en las cuales se transmitió durante cinco años el espacio informativo de Carmen Aristegui. Sobre este aspecto quiero centrarme, dada su estrecha relación con el país en el que actualmente vivo junto con mi esposa e hijas.

Independientemente de que estén o no de acuerdo con su línea editorial, existe un consenso entre los españoles en ubicar a Grupo Prisa como el consorcio de medios más influyente de España. Este tema está dentro de los que prefieren los españoles si desean polemizar o discutir hasta el hartazgo en una charla de café.

El grupo formado por el recientemente fallecido Jesús Polanco a partir del éxito de su punta de lanza el diario “El País”; además periódicos y revistas, cuenta con estaciones de radio – entre las que se encuentra la influyente cadena “Ser”, cadenas de televisión abierta y por cable, portales de internet; agencias de noticias y publicidad, así como de impresión.

El consorcio cotiza en las 4 bolsas españolas, emplea a alrededor de 10 mil personas y en 2005 facturó casi 1,500 millones de euros – de esos que valen ¡más de 16 pesos!

Grupo Prisa no ha quedado fuera de la dinámica de internacionalización de las empresas españolas. Además de una importante presencia en diversos países de la Unión Europea – cuenta con el 15% del capital del conocido diario “Le Monde” francés –, es propietaria o copropietaria de medios electrónicos e impresos en México, Colombia, Chile y Bolivia.

En un país en el que a todo y a todos se les intenta ubicar en un espectro de izquierdas y derechas políticas – cosa que afortunadamente aun no sucede en México y espero no suceda pronto –, a Grupo Prisa tradicionalmente se le ha relacionado con la izquierda proclive al Partido Socialista Obrero Español (PSOE), actualmente en el poder.

En España son ampliamente conocidas las acaloradas disputas casi permanentes que mantiene con el Partido Popular (PP) y con los medios ligados a la derecha política: la también influyente COPE – grupo de medios televisivos y radiofónicos perteneciente a la Iglesia Católica española – así como los diarios “El Mundo” y “ABC”, que le siguen de cerca en cantidad de lectores.

En los últimos años las críticas a Grupo Prisa no sólo han provenido del espectro de la derecha política. También la izquierda ha atacado fuertemente al grupo, acusándola de mantener una posición incongruente, más centrada en sus intereses económicos y de poder que en su tradicional acercamiento con la ideología de corte izquierdista.

Lo anterior quedó de manifiesto con la dura reacción que el grupo tuvo contra el actual gobierno cuando éste mostró reticencias a su expansión en ciertos ámbitos de los medios de comunicación electrónicos.

Este último punto es, desde mi punto de vista, el más importante referente para intentar entender por qué no son infundadas las hipótesis que sostienen que Grupo Prisa pudo haber puesto por delante sus intereses empresariales, incluso en contra de la línea editorial plural que utiliza como principal carta de presentación para abrirse paso por el mundo e incursionar en nuevos países y mercados.

En este caso ni siquiera el famoso y todopoderoso “rating” pudo ser utilizado como argumento de descargo: la aceptación del noticiero que producían Carmen Aristegui y su equipo de colaboradores era la mayor en la zona metropolitana de la Ciudad de México, lo que hacía al proyecto viable en términos comerciales.

La moneda está en el aire. Pronto los efectos del acalorado debate que el caso Aristegui ha generado en México llegarán a este lado del mundo. Seguramente lo harán: en Marzo habrá elecciones generales en España y prácticamente existe un empate técnico entre el PP y el PSOE.

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