domingo, 20 de enero de 2008

El origen de Mouriño


Como era de esperarse, por diferentes motivos el reciente nombramiento de Juan Camilo Mouriño como Secretario de Gobernación ha desatado un álgido debate en los medios de comunicación.

El principal de ellos es evidente y obvia razón de los demás: después de la del Presidente de la República, la oficina que hoy ocupa Mouriño es la más importante, deseada y a la vez polémica de todas las que existen en el gobierno federal.


Con cierta ligereza –desde mi particular óptica –, los ataques hacia el hombre fuerte del presidente Felipe Calderón se han centrado en un hecho que a todas luces no depende en lo absoluto de él: nació en la ciudad de Madrid, España, el primero de agosto de 1971.

Precisamente de este fortuito antecedente derivan las dos más fuertes críticas que en su contra se han esgrimido: por un lado, una juventud que genera temores de falta de capacidad; por el otro, un lugar de nacimiento, que da pie a la existencia de “dudas” sobre su nacionalidad.

En lo que se refiere a su juventud, es un hecho que el nuevo Secretario de Gobernación deberá demostrarnos a los mexicanos –y a su jefe y amigo en Los Pinos, que tiene las facultades para nombrarlo y removerlo – que a pesar de sus 36 años cuenta con las aptitudes y las actitudes necesarias para llevar a buen puerto la política interna de nuestro país, cosa que sí depende enteramente de él mismo y de los resultados que entregue.

Por lo que hace a su lugar de nacimiento y por ende a su nacionalidad, todo indica que Juan Camilo Mouriño es elegible para el cargo de Secretario de Gobernación.


En el supuesto de que la información disponible sea cierta – lo contrario probablemente implicaría su “debut y despedida” de la política –, quien hoy despacha en el Palacio de Covián cuenta con los requisitos que establece la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos para ser considerado mexicano por nacimiento y por ende para ocupar una secretaría de despacho.

El Artículo 91 de la Constitución indica que para ser Secretario de Despacho se requiere ser ciudadano mexicano por nacimiento, es decir, no se es elegible para el cargo si se es mexicano por naturalización.


Es el Artículo 30 constitucional el que distingue entre la nacionalidad mexicana por nacimiento y la que se obtiene por naturalización. Entre otros supuestos, esta disposición determina que se es mexicano por nacimiento, en el caso de haber nacido en el extranjero, si se es hijo de padre o madre mexicanos; incluso si estos la obtuvieron por naturalización.

Según ha trascendido en diversos medios y él mismo a afirmado, Mouriño es mexicano por nacimiento dado que en algún momento su señora madre obtuvo la nacionalidad mexicana por naturalización.


En este punto se encuentra la clave de la calidad de la nacionalidad del titular de gobernación y corresponderá a las autoridades competentes, a los partidos de oposición y a quienes ejercen el periodismo de investigación –todos ellos legitimados plenamente para hacerlo – intentar corroborarlo o, en su caso, descalificarlo.

Ahora bien, en el supuesto de que la información oficial sea cierta, ¿tiene algo de extraño o de maligno que el hijo de un inmigrante español debidamente nacionalizado ocupe la Secretaría de Gobernación o cualquier otra? Desde mi punto de vista, en lo absoluto.


Defender lo contrario sería simplemente xenófobo. En una Estado democrático y de derecho, no existe posibilidad alguna de validar expresiones que intenten marginar a alguien por su origen o el de sus padres.

Este tipo de manifestaciones llevan a abusos, tanto verbales como de hecho, que a todas luces se observan arcaicos y retrogradas. Nadie que respete los derechos humanos y se considere minimamente tolerante puede justificar expresiones que busquen ubicar a un grupo de mexicanos como “ellos” en contra de un “nosotros” siempre incierto.


El nuestro se ha caracterizado por ser un país abierto a la inmigración. Muchos mexicanos podemos enorgullecernos de ser parte de una nación que recibió con los brazos abiertos a algún antepasado que tuvo el valor de emigrar a México para buscar una mejor opción de vida.

Inmigrantes españoles, libaneses, argentinos, italianos, franceses, chinos y muchos más, han contribuido y lo seguirán haciendo a configurar el rostro del México actual. Los padres de Angelina Dagda Yitani, mi querida abuela materna, fueron parte de ese gran movimiento migratorio que ha tenido a nuestro país y a nuestro estado como destino.

En el caso particular de quienes provienen de España, se trata del grupo más numeroso de inmigrantes que ha arribado a nuestro país. No ha habido una sino muchas oleadas de inmigración de españoles hacia México. Prácticamente desde el siglo XVI, estos movimientos migratorios han sido constantes, con periodos de mayor auge.

A finales de los años treinta, el General Lázaro Cárdenas abrió las puertas de nuestro país a miles de inmigrantes españoles que huían de la dictadura de Franco. Recientemente, en un homenaje que se le rindió en Madrid, la Ministra española de cultura, Carmen Calvo, dijo que la actuación del ex presidente durante los años de la Guerra Civil española y la expansión del fascismo en Europa, representa el "único ejemplo de dignidad" del "mundo occidental", que hasta la fecha "no ha reconocido la deuda moral" que tiene con México.

En Hidalgo la inmigración española también ha dejado una huella permanente. Sin instituciones como la Beneficencia Española o el exitoso legado de trabajo y esfuerzo sería difícil comprender a nuestro estado. Empresarios como Ángel Lozada de Grupo Gigante, quien llegó a Hidalgo a la edad de tres años, son ejemplo de éxito y tesón.

Seamos claros en los mensajes. La discriminación verbal corre el riesgo de ser seguida por la discriminación “real”, que se presenta en la cotidianeidad y es semilla de conflictos sociales. No dirijamos el debate hacia la exclusión y la intolerancia.

2 comentarios:

  1. Me parecen analíticos y sobre todo objetivos tus comentarios Pepito, felicidades.
    Un abrazo.
    Carlos Martínez Herrejón

    ResponderEliminar
  2. Definitivamente nuestro país esta abierto a la inmigración. Estoy orgullosa de ser parte de una nación que recibio a mis bisabuelos dandoles la oportunidad a ellos y a sus hijos de tener una mejor calidad de vida y por ende a su descendencia. Mis bisabuelos Sajiye Yitani y Tuffy Dagda, los padres de mi abuelita María y mi tía Angelina Dagda.
    Felicidades por este reportaje.
    Saludos!
    Carmen.

    ResponderEliminar